Expositor

Sin tretas no hay ‘Paraíso’

Conjuración o conspiración de carácter político o social. Confabulación entre dos o más personas contra otra u otras. Trama, intriga. Complot. Sí, dicho así...

Publicidad AiPublicidad Ai

Conjuración o conspiración de carácter político o social. Confabulación entre dos o más personas contra otra u otras. Trama, intriga. Complot. Sí, dicho así, rotundo, categórico, con un solo vocablo que define la estrategia nauseabunda de desprestigio y laceración publicables, infligida por sus inductores, premeditadamente, contra aquellas personas, dirigentes, profesionales, que constituyen, en su quehacer cotidiano, un rival incómodo, un serio competidor, al que hay que quitar de circulación, con las peores artes, cuanto antes. En dos palabras, ‘Operación Paraíso’. Un burdo conciliábulo, que ahonda en las pestilentes cloacas de la subordinación policial al poder político, que adquirió protagonismo judicial y mediático los días 19 y 20 de septiembre, y que durante seis meses ha martirizado, consumido, apocado, a tres jienenses de intachable trayectoria, sin antecedentes penales, sin mácula alguna, como si por ellos hubieran pasado no seis meses sino seis años. Un político dimisionario, superado por íntimas angustias, y dos empresarios, maltratados y vilipendiados.


El caso es que no hay caso, a decir del juzgado que investigaba la denuncia de un ex empleado de una de las tres empresas que desarrollaron una campaña publicitaria en soportes urbanos de la marca ‘Jaén, Paraíso Interior’, pese al empecinamiento del PP jaenita y de sus dos altavoces mediáticos más reconocidos. No hubo delito, no existió dolo, no se fraccionaron irregularmente los contratos, no se produjo prevaricación alguna, nadie cometió fraude o exacción ilegal. Tras acudir voluntariamente a prestar declaración, fueron detenidos, aislados, encarcelados, interrogados, presionados para que confesaran ilícitos que nunca cometieron, atemorizados en pútridos calabozos, amedrentados -por un funcionario policial que no merece la consideración de servidor público- como vulgares delincuentes, puestos en libertad con cargos tras pasar por sede judicial, exculpados dos meses y pico después por la juez instructora y, por si todo esto hubiera sido poco, sometidos a una vuelta de tuerca más a través del inopinado recurso de apelación interpuesto por la parte política del complot, el PP, hasta que hace tan sólo unas horas, la Audiencia Provincial lo desestimara definitivamente, ratificando en todos sus extremos el sobreseimiento y archivo ya decretado el pasado mes de diciembre, al tiempo que ponía de relieve su improcedencia al no solicitar el Partido Popular durante la instrucción la práctica de prueba alguna ni su intervención en ninguna de las declaraciones efectuadas.


¿Y ahora, qué? ¿Cómo se restituye el honor mancillado de las tres víctimas? ¿Quién paga el escarnio y la humillación de aquel lacerante y humillante ‘paseíllo del telediario’? ¿Cómo se justifica la inadmisible extralimitación de un policía –la enfebrecida fe acusatoria que empieza donde acaba la razón legal- que plagó la redacción de su atestado de falsas certezas, errores de cálculo, imprecisiones semánticas y faltas de ortografía? ¿A qué se debió tamaña animosidad, semejante chapuza procedimental? ¿A la obediencia debida? ¿A las prisas? ¿Al maldito oficio de vivir? ¿Hablaron previamente el subdelegado Lillo y el comisario-jefe Herranz sobre la aplicación efectiva del protocolo de detenciones en este caso concreto? ¿Fue una sarta de atrevidas y deslavazadas suposiciones la nota de prensa redactada por el responsable de comunicación de la Comisaría Provincial de la Policía Nacional, la tarde-noche del  19 de septiembre? ¿Por qué el periódico ‘Jaén’ dispuso de información privilegiada, veloz y sesgada, al respecto? ¿Quiénes fueron, en suma, los artífices de la trama, y a quiénes pretendían servir cuando alzaban sus banderas? Sin tretas, a la vista está, nunca habría habido ‘Caso Paraíso’. Gente, o gentuza, no me cabe la menor duda, a quien le tiene que costar conciliar el sueño desde la ratificación del  archivo. No todo vale para contrarrestar el ímpetu del adversario. Ningún objetivo, político o social, mercantil o societario, por muy legítima apariencia que tenga, justificará el uso de medios tan espurios. A cuantos perseguían sacar de circulación a tres de las más prestigiosas empresas de gestión publicitaria de la tierra con esta suerte de artimañas, no les movía otro fin que el ‘quítate tú para que me ponga yo’. Vaya para ellos, torpes aprendices de brujo, mi público desprecio y el deseo expreso, sincero, honesto, de que ninguna persona de bien de Jaén vuelva a pasar por un calvario así.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN