Eutopía

Paz… tras siglos de guerra

Puede ser que quienes sean excesivamente puristas, con el cumplimiento, al pie de la letra, de la Constitución Española, discrepen con esta columna

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Puede ser que quienes sean excesivamente puristas, con el cumplimiento, al pie de la letra, de la Constitución Española, discrepen con esta columna. Pero por ahora, las opiniones, aunque puedan pasar factura, aún se hacen dentro también del derecho a la libertad ideológica. Estoy en contra, absolutamente, del procedimiento aplicado por el Gobierno en el caso de la petición (forzada, eso sí) por determinadas facciones políticas catalanes. El radicalismo, por ambos lados, se ha convertido en un pulso descabellado que sólo puede conducirnos al desencuentro continuo. Me llama bastante la atención el cómo estamos actuando la ciudadanía, en líneas generales. Desde un referéndum ficticio e ideado por una minoría, a una contraposición exacerbada por las máximas instituciones gubernamentales nacionales, a personas manifestándose de forma pacífica o las que aprovechan y echan más leña al fuego, hasta el adorno de los balcones con los símbolos de las banderas… Este espectáculo ‘marca España’ es igual de bochornoso que los de ‘pan y circo’ de los coliseos romanos. En el pódium se encuentran con su soberbia quienes no les importa llevar a nuestro país a una fractura con difícil solución. Alrededor estamos las mayorías, que se nos olvida, muy rápidamente, las grandes lacras que padecemos. Por ejemplo, todas las comunidades autónomas han visto mermada su suficiencia socioeconómica por dos problemáticas que han incrementado la pobreza y el malestar biopsicosocial de las personas, grupos y comunidades. Por un lado, la corrupción política, donde el PP se ha llevado la “medalla de oro”. Curioso que actualmente adopte el papel de defensora a ultranza de la patria, cuando hemos sufrido recortes extremos y sin precedentes en la democracia mientras que los “sobres” iban y venían de manos manchadas de deshonestidad, malversación de fondos, tráfico de influencias, etc… Por otro lado, la destrucción del empleo, es obvio. Para enriquecerse un micro porcentaje poblacional era y es necesario exprimir hasta cotas impensables los derechos de los demás. Por eso, en este conflicto que ya supera nuestros límites geográficos, quienes están ganando son aquellos establecimientos que han magnificado la venta de productos españoles y desgraciadamente los movimientos ultraderechistas. Lo último es lo verdaderamente inconcebible y perseguible en nuestra democracia. Lo que necesitamos son Mujeres y Hombres en mayúsculas, que dirijan nuestro país desde la búsqueda de los intereses globales y no exclusivamente particulares. Que defiendan el diálogo permanente y el “buen hacer”. Que promuevan la libertad y la igualdad de todas/os y persigan todos los obstáculos que impidan la participación en los diferentes ámbitos, como dice ese marco legal que se cuestiona a la vez que se intenta preservar.  Precisamente, nuestro himno andaluz, compuesto por un enorme visionario político, Blas Infante, nos pide que “tras siglos de guerras” sembremos “Paz y Esperanza” y que nos levantemos, no para enfrentarnos, sino para reclamar nuestra “Tierra y Libertad”. 

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