Eutopía

Imprescindibles

Sara B. Pomeray es la autora de la interesante obra ‘Diosas, rameras, esposas y esclavas’, que pretende mostrar el papel impuesto a la mujer en la antigüedad

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Sara B. Pomeray es la autora de la interesante obra ‘Diosas, rameras, esposas y esclavas’, título que pretende mostrar el papel impuesto a la mujer en la antigüedad clásica, y que se resume en el sometimiento en las diferentes etapas históricas. Haciendo lectura y repaso de cómo la mujer ha sido desterrada a la invisibilización integral se puede extraer causas y consecuencias aún vigentes, desde el interés de subordinarnos y discriminarnos en todos los ámbitos. Hasta el momento y ubicándonos en las sociedades occidentales, se han aportado avances normativos, estratégicos y de sensibilización sin conseguir todavía la tan ansiada igualdad real y efectiva. No nos hemos librado de la pesada carga que nos han otorgado y que se ha centrado en ser esclava y madre. Si se han dado pasos, no han sido fruto de un proceso espontáneo, sino de un camino largo de pequeños resultados, un proceso lento y tortuoso debido a los innumerables obstáculos interpuestos por una estructura despóticamente patriarcal y androcentrista. La columna vertebral de la desigualdad entre mujeres y hombres, se encuentra en la división del trabajo, en la desigualdad de la organización socioeconómica y cultural, en la feroz resistencia masculina al reparto de responsabilidades que favorezcan la conciliación personal, familiar y laboral; a la dificultad en la cesión del empoderamiento y la toma de decisiones en ámbitos políticos, empresariales y profesionales… En el movimiento feminista se encuentra las entrañas de las reivindicaciones pasadas, presentes y futuras. Es imposible olvidar, la existencia de mujeres que han hecho posible que aparezca en el espectro cronológico la justicia y la igualdad social. Han sido verdaderos ejemplos de rebeldía frente a un estado de sumisión bloqueante, de dependencia, aislamiento y silencio, donde por razones de sexo y género, no éramos consideradas personas ni ciudadanas con derechos fundamentales sino meras propiedades. Mujeres, conocidas y desconocidas, que se revolvían ante la lacra del tiranismo machista, eslabones imprescindibles en la liberación progresiva. Adelantadas en sus coordenadas e inconformistas, que siendo minoría, aportarían y aportan grandes lecciones sobre cómo no resignarse ante los estereotipos; luchar y erradicar la violencia (física, psicológica, sexual, económica, espiritual y simbólica); promover la sororidad, la perspectiva de género o las políticas inclusivas…Revolucionarias que fomentarán el despertar de la conciencia ética y el enfrentamiento enérgico hacia esa opresión “multisecular”, sociocultural y religiosa, que nos relegaba a una postura permanente de servidumbre, vasallaje y explotación. Este impacto negativo y corrosivo que ha sembrado el machismo, ha provocado como expresa el teólogo L. Boff: “Un estilo de sociedad pobre, siendo las mujeres las mayores víctimas”. Tenemos aún mucho que hacer por continuar la labor que otras mujeres iniciaron. Y más aún,  cuando han sido tan obvios, los recortes y la tentativa de retroceso en materia de igualdad, por el derechismo que estamos padeciendo. Para avanzar, son imprescindibles, mujeres y hombres, que no le tengan miedo alguno a la Igualdad. 

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