Eutopía

‘Ad libitum… ad finem’

"Un mundo nace cuando dos se besan”, dice Octavio Paz. ¿Pero qué pasa cuando el amor, el respeto, el beso y la caricia se van quedando lentamente en el camino?

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"Un mundo nace cuando dos se besan”, dice Octavio Paz. ¿Pero qué pasa cuando el amor, el respeto, el beso y la caricia se van quedando lentamente en el camino? ¿Cuántos seres humanos, especialmente las mujeres, han sufrido las presiones familiares, sociales  y culturales para aguantar el pecado de  la “resignación” a quien se unió un día? ¿Cuántas personas se han asfixiado con una atmósfera intolerante y alienante que se imponía en aras de no se sabe qué deidad, qué familia, qué autoridad política o “generalísimo”? Excesivas veces se ha utilizado y se esgrime aún, con agravante y alevosía la frase ¿bíblica?: “Lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”… ¿Qué se defiende? Una tradición, una costumbre, el lodo que dejan los malos dogmas… Sería más acertado decir que lo que se pretende mantener es una norma religiosa anacrónica, caduca, antinatural, enfermiza y un largo etc…Tengo que decir que algunas personas de mi entorno, amistades y familiares, que optaron por separarse o divorciarse hicieron precisamente el mayor gesto “evangélico”, liberador y coherente, para sí, y por supuesto, para sus seres más queridos. La locución latina ‘Ad finem’ que significa “hasta el fin” no debe ser nunca una obligación, un yugo pesado, un “bis a bis” impuesto, una trampa a nuestra propia autonomía, crecimiento y felicidad. Deberíamos abanderar en todo momento otra máxima… ‘Ad libitum’, que nos invita a actuar “con libertad”, teniendo en cuenta nuestra necesidad, opción o voluntad y también de manera indirecta  la de los demás. La ruptura de los lazos afectivos y familiares desgasta. Con seguridad, podrá generar sufrimiento, miedo y malestar, pero sin duda alguna, el tiempo reforzará, en la mayoría de los casos, la decisión tomada. Fruto de una sociedad democrática, España dio el primer paso en esta temática, al aprobar la Ley 30/1981 que determinaba el procedimiento a seguir en las causas de nulidad, separación y divorcio. Más recientemente, surge la normativa denominada ‘divorcio exprés” con la Ley 15/ 2005 de 8 de julio, que vino a modificar el Código Civil y la Ley de Enjuiciamiento Civil. Dentro de sus objetivos, se encuentra evitar la prolongación innecesaria de los procesos judiciales y el excesivo coste económico de todo el procedimiento. La disolución del matrimonio se convierte, con el avance en los posicionamientos socioculturales, en un derecho. Sin rebuscar en las causas o requerimientos, una de las personas cónyuges puede solicitarlo sin necesitar “consentimientos” ni concesiones. Todas/os podemos pasar por una crisis afectiva. Nos conducirá al dolor. Lógico, es propio del duelo, pero nos debería conducir a una renovación integral, a un aprendizaje constante, a un nuevo renacer. Como señaló, el filósofo griego Epitecto: “Un barco no debería navegar con una sola ancla, ni la vida con una sola esperanza”…Podemos superarlo todo si aceptamos los desafíos, si asumimos las consecuencias, si creemos realmente que nos merecemos siempre otra oportunidad. Tendríamos que recibir el día a día, estrenando la confianza y nuestra capacidad para proyectar y dirigirnos hacia nuestras ilusiones…A partir de esta actitud, todo puede resultarnos más enriquecedor y gratificante.

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