Eutopía

Avispero de imperdonables

Rajoy no pide perdón, como máximo representante del Gobierno, por el accidente de la aeronave Yack-42 en el Monte Pilav, en Turquía, en el año 2003

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Rajoy no pide perdón, como máximo representante del Gobierno, por el accidente de la aeronave Yack-42 en el Monte Pilav, en Turquía,  en el año 2003. Con él, se han reunido las familias de las 75 víctimas. Y porque les dice que se tomarán medidas para compensar el dolor producido, ya hasta lo ven un paso, verbalizándolo como si fuese un balance positivo. Dado el padecimiento que han tenido, hasta lo entiendo. Quizás, es porque todos los seres humanos necesitamos pasar página. Y mirar hacia adelante, ya que el pasado puede llegar a ser tremendamente ensordecedor. La mente y el cuerpo clama otro despertar. El hecho ha sido un drama imborrable. Nada volverá a ser lo mismo para todas las familias. Se entiende que un gesto tan mínimo, casi limosnero, de estos representantes políticos,  que debieran asumir, atender y reparar el daño y apoyarles, sea como un poco de aire fresco. Es deleznable. Seguir con tanta arrogancia y mutismo frente a un deber, no sólo político sino moral, con quienes han sufrido pérdidas humanas irreparables. Ante tanto acto, vacío e interesado, que sirve para engrosar el catálogo de los “hasta otra ocasión” que se les pueda utilizar, para darle un tono rosa a un programa electoral plagadito de mentiras. La ciudadanía española no podemos continuar con esta actitud de conformismo. Tenemos que dejar de pensar, que con una única gota de agua, ya podemos llenar el vaso entero. Porque está claro que la sed será cada vez más acuciante. Lo que aguantamos no sirve para crecer. Nos agrieta, amordazando nuestro instinto ancestral de defendernos y de sobrevivir ante los peligros que nos rodean. Y así nos inoculan, que el “para qué moverse…” tiene más mérito. Que la cobardía y la corrupción es más cómodo y factible a exigir y apostar dignamente por una existencia comunitaria equitativa. España se ha encariñado con la piedra que más heridas ha provocado en todas las alas de las aspiraciones basadas en los valores sociales. Y conforme se vaya enfoscando la apatía, más cara de títeres inertes se nos queda. Aceptamos situaciones inverosímiles… ¿Es lógico que escasos contratos de 6 meses de duración parezcan iniciativas reales de crecimiento de pleno empleo? ¿Es lícito que se nos amenace continuamente con la no viabilidad de las pensiones? ¿Podremos tragarnos que el modelo empresarial vaya imponiendo jornadas laborales interminables, salarios míseros, acompañado del detrimento de los derechos laborales? ¿Es inteligente que veamos el silencio irónico o las respuestas absurdas de dirigentes del país como parte de la gran pantomima a las que nos tienen acostumbradas/os? Para actuar con valentía hay que despertarse. España tiene que convertirse en un territorio que sea referente de bienestar y calidad de vida y no en el avispero de imperdonables que someten a la mayoría de la sociedad a condiciones de empobrecimiento, precariedad, caridad y asistencialismo. Nos compete. Nos afecta. Está en nuestro tejado echar a quienes sólo buscan el sol que más les calienta la cartera. Hay que echarlos sin remordimiento ni demora, de la Casa “real”, Presidencias, Cortes Generales, Administraciones Públicas, partidos políticos, agentes sociales, medios de comunicación social...¡¡¡Puerta!!! 

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