Eutopía

Sin faja, pero con neuronas

La igualdad es una obligación, pero también una oportunidad para que seamos más felices. Es un derecho y un deber de todo Estado democrático

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A mediados de la década de los veinte, nació, en Salamanca, una de las escritoras más aplaudidas dentro y fuera de nuestro país. Carmen Martín Gaite. Recibió en 1987 el Premio Anagrama de Ensayo por una obra que les recomiendo: Usos amorosos de la postguerra española. Se centra, especialmente, en el periodo comprendido entre 1939 y 1953. Durante más de diez años, estuvo investigando, arduamente, en la Hemeroteca Municipal de Madrid, para plasmar sin alejarse ni un ápice, el pensamiento ideológico de los primeros vómitos franquistas, sobre los roles que debían aceptar las mujeres y las exigencias destructivas a las que debían estar sometidas. El adalid de la defensa a ultranza de la imposición (en nombre de la bandera, la honra, la institución familiar o el crucifijo) de la desigualdad absoluta por razones de género, sería entre otras, la Sección Femenina, presidida por Pilar Primo de Rivera. A ella se le atribuye engendros verbales, altamente contaminados de desigualdad, como el siguiente: “Para la mujer la tierra es la familia. Por eso desde la Falange,  además de darles a las afiliadas la mística que las eleva, queremos apegarlas con nuestras enseñanzas de una manera más directa a la labor diaria, al hijo, a la cocina, al ajuar, a la huerta, y darle al mismo tiempo una formación cultural suficiente para que sepa entender al hombre y acompañarlo en todos los problemas de la vida”…Estas palabras, hoy en día, serían para la mayoría de nosotras una pesadilla, un fardo infernal, una injusticia de órdago y una vulneración de los derechos fundamentales de las personas…Pero así lo sufrieron generaciones enteras, las que vivieron, como manifestó Gaite: “la historia de la faja y de Mariquita Pérez, de los pololos y de la niña topolino;  de las novias eternas, de los guateques y de la salida al cine en pandilla”. Hay quienes lo justifican todo con la frase típica de “eran cosas de esa época”…pero vemos que aún quedan residuos que se transmiten virulentamente en los diferentes ámbitos. Como discutir sandeces es del todo gratuito y no se imponen sanciones por ir en contra de los valores y principios éticos de la ciudadanía, hay quienes  arremeten contra normativas que plantean la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres…eso de la coeducación, la paridad electoral, la eliminación de los “techos de cristal” les debe sonar al discurso de una cuantas feministas… ¡Así nos va…! Ya está bien de tanto representante político y religioso que parecen obviar la existencia de la legislación internacional, nacional y autonómica en materia de derechos humanos. La igualdad es una obligación, pero también una oportunidad para que seamos más felices. Es un derecho y un deber de todo Estado democrático, y a quien no le guste que se monte un show en plan “GH Intolerante” en un lugar del Parque Jurásico. La educación, es la punta de lanza y el instrumento imprescindible para luchar contra las desigualdades, por lo que es prioritario, empezar a formar y sensibilizar, desde las edades más tempranas. Debemos apostar por la transversalidad de género,  para que sea real y efectiva. Actuemos y participemos para erradicar los estereotipos sociales, haciendo especial hincapié, en los que excluyen y afectan a la Mujer… Y como expresó, Calderón de la Barca: “Y aún no cabe lo que siento en todo lo que no digo”.

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