Eutopía

El Mantra de Dhumavati

Quedarse en Siria, es un Suicidio. No apoyar a cientos de miles de personas que dejándolo todo, suplican el “salvoconducto” de la acogida urgente, es un Homicidio.

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Dentro de la tradición ascética del yoga y de sus filosofías circundantes (budismo, hinduismo, jainismo…) se encuentra una de las deidades más controvertidas, Dhumavati. Es venerada con un cántico ritual que pretende con su sencillez, despojar al ser humano de lo superficial, de ese equipaje que está impregnado de dependencias y debilidades. Como era de esperar, tanto por las sociedades occidentales como orientales en la mayoría de los casos y ejemplificaciones, el poder femenino, se pone en entredicho, de ahí esa perspectiva dual de esta diosa. Ella representa lo no deseable, aquello que rechazamos con rotundidad, porque nos comporta sufrimiento, confrontación, decepciones y una lucha permanente por la supervivencia física y psicológica. Aunque las causas por las que las personas devotas pueden acercarse a ella, son negativas, la lectura verdadera, es que abandonarse en su confianza, termina por derivar en una absoluta ausencia de apegos, en la superación de las pérdidas, en la experiencia de la reflexión y el silencio frente a la verborrea incontinente de un contexto desbordado por el ruido. Quienes practican la meditación, saben de la fortaleza de orar con el mantra de Dhumavati. Ella, protectora de quienes el sistema arrincona y aparta, nos recuerda lo fundamental de la existencia…Lo tristemente paradójico y alarmante, es que la Humanidad, parece que nos alejamos de todo lo concerniente a la Vida en plenitud, a la convivencia en armonía, a la inclusión de todo ser en un planeta donde cada cual tiene su papel y relevancia histórica. Confieso, que estoy perpleja y bloqueada, con el dolor que me causa las incuestionables pérdidas humanas, en esa riada de personas que buscan con desesperación, una Tierra de nadie, llamada “Refugio”. Cualquier ínfima fisura material hallada en las fronteras, es traspasada por la motivación de sobrevivir, proteger a quienes se ama, aunque el riesgo conlleve al destino personal más trágico. Quedarse en Siria, es un Suicidio. No apoyar a cientos de miles de personas que dejándolo todo, suplican el “salvoconducto” de la acogida urgente, es un Homicidio. Quizás, dentro de unas décadas, resuenen que aceptamos los hechos aterradores del Genocidio o exterminio. La omisión es la cómplice muda de la acción beligerante. ¿No hemos aprendido nada? Los campos de concentración, las cámaras de gas, las fosas comunes de personas desaparecidas, y todas las formas en las que se ha mimetizado las persecuciones ideológicas de nuestra Historia ¿no han servido para advertir de las cotas de irracionalidad, violencia y aberración a la que podemos llegar como protagonistas o espectadores inertes? Cierto es, que dan ganas de aislarse, sin saber, ni escuchar, ni empatizar…Diluirnos sin conflicto. Camuflarnos. Ir de puntillas, apoyándose en las paredes frágiles del ficticio bienestar…Como seres espirituales, podemos rezar, orar o recitar sin pausa, hasta quedarnos sin aliento, el Cántico a Dhumavati, que suplica el alivio del dolor humano. Pero como Seres Humanos, tenemos que dar Respuestas, Acciones y Alternativas que rescaten del olvido, a esa Eutopía, llamada “Esperanza”.

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