Escrito en el metro

Ceguera vegetal

Hace tan solo un par de décadas el ser humano dejó de ser rural, más de la mitad de la población mundial pasó a vivir en ciudades

Si asciendes por las escaleras mecánicas de la Estación Barbarela, nada más salir te tropezarás con unvetusto ombú. Los hermanos argentinos lo tienen como emblema nacional y lo conocen como ‘el árbol de la buena sombra’. Aunque parezca un monumental árbol, realmente se trata de una enorme yerba de tallo sin leño. Una curiosa estrategia seguida también por las palmeras, demostrando que para elevar sus miles de hojas, flores y frutos, lo mejor es asumir esta convergencia adaptativa. Cuántas personas habrán pasado junto al Ombú de Barbarela desconocedoras de que los beneficios ambientales que nos provee ese majestuoso ejemplar ascienden a más de dos mil euros anuales. No han reparado en su existencia, más allá de que por un tropezón con su alcorque les hayan deseado que fuese talado.

Hace tan solo un par de décadas el ser humano dejó de ser rural, más de la mitad de la población mundial pasó a vivir en ciudades. Una de las consecuencias es que los urbanitas cada vez prestamos menos atención a la Naturaleza de nuestro entorno inmediato, incluso llegamos a abominarla y ser propensos a extinguirla con facilidad, acelerando el desierto cultural urbano. Varios investigadores, percatados de este curioso hecho, descubrieron que cada vez somos más incapaces de percibir el mundo vivo inanimado, lo que llamaron ceguera vegetal.

En Málaga la justificación de que el bosque no nos deja ver los árboles no vale. Ni hay árboles y aún menos bosques en nuestra inmediatez. El cinturón verde lo convirtieron en una quimera y el bosque urbano en unailusión. Nuestra ceguera vegetal es la del peor ciego, el que no quiere ver que somos una ciudad desnaturalizada, y de ello provienen muchos de los problemas ambientales que nos acucian. El ruido, el polvo en suspensión o la isla de calor urbano son ya males endémicos de nuestra ciudad. Ayer se celebró el Día Internacional  de la fascinación por las plantas. Pretendía llamar la atención sobre los múltiples servicios que estos seres vivos nos prestan, y el más importante es que sin ellosen nuestro entorno  la vida se hace cada vez más difícil. Nuestro sabio refranero aconseja que a quien buen árbol se arrima buena sombra le cobija, pero todos no cabemos bajo la única copa del Ombú de Barbarela.

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