En román paladino

A vueltas con el Rey

Su padre –el rey emérito- se metió en el bolsillo a la izquierda y a los republicanos en unas circunstancias tan trágicas para el país como la del 23F

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¿Va a convencer el Rey alguna vez a los republicanos y a los independentistas? Depende. Su padre –el rey emérito- se metió en el bolsillo a la izquierda y a los republicanos en unas circunstancias tan trágicas para el país como cuando Tejero, Armada, Milans del Bosch, García Carrés, Torres Rojas, San Martín, Ibáñez Inglés, Manchado García, Más Oliver, Pardo Zancada, Camilo Menéndez y otros diecinueve oficiales del ejército y la guardia civil intentaron dar un golpe de Estado que acabara con la democracia en España. Aquello sirvió de salvoconducto para la Monarquía y para el propio Juan Carlos I durante todo su reinado hasta que la crisis económica y política y sus escándalos personales derivados de su cacería de señoras y elefantes acabaron con el prestigio conseguido como garante de la democracia. Aquellos galones algunos quisieron mancharlo dando a entender que el propio rey estaba al tanto de la intentona –por la implicación de su antiguo secretario de la Casa del Rey, Alfonso  Armada, pero el infundio no cuajó en la opinión pública.

¿El nuevo Rey va a convencer a  republicanos e independentistas? La crisis catalana –ante la inacción del gobierno de Rajoy por su afición enfermiza de buscar el pudrimiento de los problemas- obligó al monarca a dar un discurso duro que fue del agrado del 80% de los españoles, según las encuestas. Ese discurso,tras el controvertido “referéndum” del 1-O superó el 76,6% de cuota de pantalla y obtuvo una audiencia media por encima de los 12,4 millones de espectadores. Casi tres meses más tarde, la alocución navideña del 24 de diciembre ha descendido en  cuatro millones con un  65,6% de cuota de pantalla. Significa que el ambiente de inquietud extrema tras la retórica proclamación de independencia catalana ha bajado muchos enteros. Con todo ha tenido un seguimiento de  ocho puntos más que el año pasado, y  una audiencia  de 8,1 millones de espectadores. Hasta cierto punto indica que la expectación por el momento político ha descendido. También que el hastío ha progresado y lleva a la desconexión de mucha gente ante un tema que ya aburre a una parte de la población.

El problema catalán está tapando la agenda social de los partidos, la corrupción de otros, el más que grave asunto odioso de la creciente desigualdad  social  y  la precariedad laboral y la emigración exterior de la juventud.

 

 

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