En román paladino

El discurso del Rey

El monarca ha tenido que aparecer porque el gobierno dijo que no habría referéndum y lo hubo

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El discurso del Rey (The King's Speech) consiguió 4 Oscars: mejor película, mejor director, mejor actor (Colin Firth) y mejor  guión, tras haber obtenido 12 nominaciones de la Academia  de Artes y Ciencias Cinematográficas.  Recaudó en las taquillas más de 400 millones de dólares.  Pero el discurso que comenta todo el mundo es  el  del Rey de la noche del martes.  Tuvo mucha audiencia dado que fue su primer discurso a los españoles, quitando los navideños, y trasmitido por las cadenas nacionales. Fue seguido por  casi 12 millones  y medio de españoles y, entre ellos,  por  2.853.000 de catalanes, que  se convirtió en la comunidad con mayor número de televidentes. Después fue Andalucía  con 2 millones cien mil espectadores. A estas cifras hay que añadir los oyentes de las emisoras de radio que la retransmitieron también en directo el mensaje más circunspecto y trascendental del nuevo monarca.

El discurso fue muy duro con las autoridades catalanas. Tan severo que los contrarios a la monarquía dicen que significa el fin de la monarquía. La mayoría de las críticas van dirigidas hacia la falta de puentes tendidos por el Jefe del Estado en su histórica intervención. Hay quién dice que no olvida el trato recibido en Barcelona durante la manifestación contra los atentados y que el presidente de la Generalitat  ni atiende sus llamadas. Todo es posible.

El monarca ha tenido que aparecer porque el gobierno dijo que no habría referéndum y  lo hubo, aunque cargado de irregularidades hasta computarse más votos que personas en muchos municipios y en toda Cataluña. Pero la falta de buen trabajo del Centro Nacional de Inteligencia (CNI) significó que 10.000 urnas compradas a una empresa china y depositadas en Francia no fueron ni encontradas ni detectadas y era el elemento fundamental para la celebración del referéndum.  La torpeza represiva del gobierno hizo el resto. La calle se convirtió en la sala de estar de los secesionistas, pero también de los indignados.

El discurso era necesario y el Estado ya tiene la consigna de su máximo representante: "Es responsabilidad de los legítimos poderes del Estado asegurar el orden constitucional y el normal funcionamiento de las instituciones”.  La orden ya está dada, la misma que daría cualquier presidente de las repúblicas que nos rodean. Los problemas no van a acabar en los próximos días, semanas y meses. La crisis es de fondo.

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