En román paladino

Al que hizo nueve

Tras nueve días de ser elegido secretario general Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno recibió una llamada –la que tenía que haber realizado y no hizo él

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La política no es geometría, es otra cosa. Ciudadanos, en particular su líder Albert Rivera, está a la expectativa de ganar un millón de votos de la posición del nuevo PSOE. Desde el primer momento no han cesado las andanadas contra el nuevo líder socialista. “El señor Sánchez no ha ofrecido un proyecto a los españoles, porque el no a Rajoy no es un proyecto para España, no es una alternativa de Gobierno” dicen sus dirigentes y sacan la conclusión que eso les puede permitir “robar” redondeando ni más ni menos que 1.000.000 de votos.

En Podemos sucede algo parecido, pero al revés. La llegada de Sánchez les ha preocupado. La moción de censura y todas las alharacas de las tramas en los autobuses  itinerantes tenían como finalidad, confesada por sus dirigentes, de ocupar el espacio del liderazgo de la oposición dejado libre por el PSOE de la gestora, por su carácter de dirección provisional. 

Éramos pocos y llegó Sánchez. Éste es el título de un documento interno de Podemos que ha revelado El Independiente. En él se muestra el temor del partido por el posicionamiento en la oposición neta a Mariano Rajoy y por la ocupación del espacio de la izquierda como era tradicional en el PSOE, hasta la deriva ocasionada por el pliegue a las presiones internacionales en mayo de 2010. “La victoria de Sánchez es la victoria de un relato. Un relato, por otro lado, -dice el documento- que tiene que ver con una vuelta de la épica en torno a lo que representa un eje clásico izquierda-derecha de régimen. Un PSOE que vuelve a tener, supuestamente, un líder capaz de ejercer como contrapeso a la derecha y que se expresa en un retorno posible del reparto simbólico de posiciones que PSOE y PP se repartían antes del abstencionazo del PSOE”. O sea, Podemos teme al nuevo PSOE. Estaba más cómodo con los socialistas en un acuerdo tácito con el PP. Eso terminó.

Por otra parte, tras nueve días, tras ser elegido secretario general Pedro Sánchez, el presidente del Gobierno recibió una llamada –la que tenía que haber realizado y no hizo él- para dos cosas. La primera, establecer un primer contacto entre ambos líderes y la segunda garantizar la postura de salvaguarda de la unidad nacional ante el desafío soberanista catalán.

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