En román paladino

ETA

Frente al relato de ETA está el relato de los damnificados por sus matanzas y asesinatos, extorsiones y secuestros.

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“Por el desarme, al servicio de la paz”.  Ése era el acto central del denominado “Día del desarme” en el que ETA ha entregado 3000 kilos de explosivos, 120 armas de fuego y abundante material para fabricar bombas y otros artefactos.  Para darle credibilidad a la entrega ha habido unos representantes eclesiásticos, una comisión internacional de verificadores y un acto público con la asistencia de varios miles de personas.

Pero frente al relato de ETA está el relato de los damnificados por sus matanzas y asesinatos, extorsiones y secuestros. Ese relato hace hincapié en la necesidad de evidenciar la derrota de la banda armada y, por tanto, no pagar precio alguno por comunicar el fin de sus actos delictivos y haber procedido a  la entrega de su armamento. Naturalmente no creen que el desarme haya sido completo.

ETA y sus fuerzas políticas afines han salido derrotadas. De matar y de  gritar en las calles   ”ETA  mátalos”  o señalar objetivos por diferentes medios, tratar de amedrentar a mucha gente que nunca comulgó con sus ideas han pasado a plantear una nueva tabla reivindicativa: Amnistía ( con 40 años de retraso) el acercamiento de los presos al País Vasco, medidas de gracia o pactadas para los que ellos llaman “refugiados” y que son las personas buscadas por la policía y que se encuentran en distintos países en la semiclandestinidad u ocultos de la justicia internacional y una salida negociada de los presos hacia destinos sociales. Y la independencia con un Estado vasco.

El Gobierno se mantiene inflexible. Pide la disolución total y absoluta de la banda –armada o desarmada (tendrán que hacer la comprobación   las fuerzas de orden españolas) - y se niega a pactar ninguno de los puntos que plantean las fuerzas afines a la banda.

El camino del desmantelamiento de ETA ha sido lento pero constante. Tan implacable como la propia violencia de la organización armada. Sin duda  han hecho mucho daño pero no han podido con el Estado. Hoy recogen velas. Para que haya “paz, piedad y perdón” tienen que reconocerse los hechos, los daños causados y dolerse con las víctimas. Ellos han sufrido excesos, se sabe, pero la equidistancia es imposible. No es la hora del recuento. La ansiada desaparición de ETA está muy cerca y la paz y la convivencia es más que posible. De eso no cabe sino alegrarse.

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