En román paladino

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Los problemas del acceso al mercado único y la libre circulación de personas será lo más destacado pero son infinitas las normas que se verán afectadas

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Por castellanizar Brexit. Pero el idioma inglés hay que reconocer que es más conciso y eficaz para cualquier lema de campaña o de propaganda. Una persona tan razonable como el antiguo ministro de de Asuntos Exteriores, Marcelino Oreja, que dio la bienvenida en el Consejo de Europa , siendo su secretario general, a todos los países de Europa Central y del Este en su entrada en los foros democráticos europeos, se ha descolgado impropiamente  con  su trayectoria diciendo en un periódico que "En Gibraltar tenían una situación cómoda hasta ahora. La Verja estuvo cerrada, se abrió y ahora habrá que volver a cerrarla de nuevo". 

Una parte del centro-derecha español siempre ha pensado lo mismo que el Sr. Oreja. Pero en alguien que ha dado prolijos discursos contra el Muro de Berlín y contra el Telón de Acero, como realidad física y cómo figuración de dos realidades humanas separadas artificialmente por la mala política y por una ideología devastadora para el avance de la humanidad, resulta verdaderamente chocante esta  manera absurda de abordar un asunto tan complejo como el Brexit.

La Premier Theresa May se ha hecho responsable de poner en marcha el famoso artículo 50, que nadie pudo pensar jamás que se iba a utilizar, y comenzar la negociación para salir Gran Bretaña de la hasta ahora siempre ampliada Unión Europea. Por vez primera - con un miembro- ha menguado. Ya somos, en la práctica,  27. Y el planteamiento español, italiano, alemán y francés es avanzar en la Unión , aunque haya que hacerlo a varias velocidades.

Los problemas del acceso al mercado único y la libre circulación de personas será lo más destacado pero son infinitas las normas que se verán afectadas por una negociación que empieza ahora y que, al menos, durarán dos años. En Andalucía la preocupación está en el inmenso  turismo británico  y en sus numerosos residentes aquí, en nuestras exportaciones agrícolas, en nuestros "desplazados" ( se fueron a un país de la Unión) en el Reino Unido y viven en la incertidumbre y en la situación en que quedarán nuestros miles de  trabajadores en Gibraltar. Junto con la frontera entre las dos Irlandas es el otro punto caliente para España y la Unión. No se puede despachar la suerte de una comarca -el Campo de Gibraltar- con las simplezas de Oreja, invocando una medida  que tanto dolor inhumano causó en el pasado.

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