El PSOE ha planteado su próximo Comité Federal el 1 de Octubre (La memoria histórica recuerda que el Régimen celebraba esa ese día la exaltación de Franco por los generales a la Jefatura del Estado, aunque lo habían nombrado sólo jefe de gobierno). Se debatirá la línea política a seguir ante el bloqueo político que impide la formación de gobierno en España, por las rígidas normas de la Constitución para obtener la investidura. Si se produjera como en el País Vasco –donde no se permite el voto negativo- hace mucho tiempo que el bloqueo no existiría sino que sería presidente el que hubiera obtenido más votos positivos.
El debate que han demandado muchos dirigentes socialistas va a tener lugar y las posiciones reales van a ser muy claras. Una abstención del PSOE –con condiciones o sin ellas- para que Rajoy sea presidente o el mantenimiento del no con la pretensión de un gobierno alternativo –con la colaboración de Unidos Podemos, Ciudadanos, Compromís o las fuerzas nacionalistas que aparquen el derecho a decidir.
Los resultados vascos y gallegos van a ser determinantes para las argumentaciones. Ya se sabe que las derrotas son huérfanas y las victorias tienen muchos padres, pero en este caso la victoria será de los candidatos y la derrota sólo se atribuirá a Pedro Sánchez. Es la apuesta de los grupos mediáticos y de los sectores económicos que quieren un gobierno popular con urgencia. También de algunos dentro del PSOE.
La construcción de un nuevo socialismo pegado al terreno y respondiendo a la corrupción y a la exasperarte desigualdad en el reparto de la carga de la crisis, la emigración juvenil, las nuevas bolsas de marginación y al empobrecimiento de las clases medias, así como a la vertebración de un modelo de renovación institucional y territorial exige un gobierno de cambio aunque no lo quieren los dirigentes retardatarios que, con el espantajo de los 85 diputados, pretenden que se olvide que en Aragón gobierna el PSOE con 18 de 67, en Asturias con 14 de 45 y en Valencia con 23 de 99. Tratan de encorsetar al secretario general para que sea como las estatuas de los emperadores romanos a los que se les cambiaba la cabeza y el cuerpo servía para el siguiente. Una forma de decapitación.
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