No se trata de John Wayne en la película con ese título de John Ford. Se trata de Mariano Rajoy. Repite para los que lo quieren oír que seguirá la misma táctica que tras las anteriores elecciones. No moverse. No inmutarse. No presentarse a la investidura. No aceptar la invitación real hasta no tener amarrados todos los apoyos necesarios, mayoría absoluta a la primera o relativa en la segunda votación. Siempre entendió que lo de Pedro Sánchez de intentarlo sin garantías de éxito fue una locura de principiante. Él es un veterano ya que fue presidente de diputación en 1983. Hasta hoy.
Rajoy ha debido leer al cordobés Vicente Núñez cuando planteó una cuestión capital: “Hacia donde se barre con viento contrario?” y actúa en consecuencia. No barre. ¿Para qué? Total… ¡para echarse toda la basura encima! Y adoptó el quietismo. Quizá a Santa Teresa: “Nada te turbe, Nada te espante, Todo se pasa… La paciencia Todo lo alcanza”. Y sigue esperando batiendo récords de duración como presidente en funciones. Hay muchas lecturas posibles para entender el personaje pero de las de Rajoy se sabe realmente poco, salvo lo del Marca. Está claro que leyó los libros de texto y el temario de derecho cuando era licenciado porque sacó sus meritorias oposiciones de registrador de la propiedad. Pero, aparte de eso, si se le hace caso a Gregorio Morán, no lee casi nada: “Los jefes de prensa de los ministros suelen inventarse los libros que leen sus jefes. La clásica bobería que luego los periodistas publican como si fuera verdad”. Los presidentes sí tienen todos en su despacho un ejemplar que regalará Protocolo de la Moncloa: Pierre Bayard, “Cómo hablar de los libros que no se han leído”. Así no hay problema.
Aguarda los resultados de la operación de la polarización entre PP y Podemos, que va a dividir la izquierda para mucho tiempo con la esperanza –según el muñidor de la operación, el gurú Arriola- de que no gobierne el PSOE nunca. Para estos momentos hay que recomendarles a Rajoy y Arriola dos libros, el primero, la novela de Ignacio Sánchez Mejías, La Amargura del Triunfo, el segundo, Instrucciones para la Derrota, de Ana María Amar. Se intuye que después de lo Fernández Díaz deberán leer los dos sucesivamente. Así es la política.
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