Hacienda nos ha demostrado que dinero hay. Pero hay que encontrarlo. Es la única solución para mantener el Estado de Bienestar. ¡Ése sí que es un Estado! El que garantiza, como decían los viejos laboristas ingleses, una atención de la gente desde la cuna a la tumba. El dinero últimamente recaudado se ha logrado por el establecimiento de la obligación de tributar los bienes y derechos en el extranjero por parte de los españoles – en total la cifra alcanza ya a 225.000 compatriotas, con dinero y propiedades o títulos en otras patrias más confortables, por lo visto-. La recaudación liquidada por Hacienda servirá para marcar un camino para que el viejo principio de que “Hacienda somos todos” dé moral contra los desmanes panameños, suizos y un largo etc. de tanto famoso y personas de orden sumidas en el más absoluto desorden en relación con el resto de los que sí cumplen con sus obligaciones fiscales y que empezaban a tener cara de imbéciles. Sólo una actuación muy exigente de la Agencia Tributaria contra los desalmados y ladrones recompondrán esos rostros descompuestos por la zozobra, la estupefacción y el cabreo.
En los programas electorales –fundamentalmente de la izquierda- se plantean propuestas como el mínimo vital garantizado para el sostenimiento de una familia en riesgo de exclusión social, medidas de apoyo para combatir los estados sobrevenidos de pobreza energética - que no es otra cosa que asegurar a las familias que pueden tener electricidad y agua en sus viviendas libres de toda contingencia-, compromisos anti-desahucios por parte de las entidades bancarias que, además, disponen de un parque enorme de viviendas vacías fruto de los impagos de las hipotecas por la crisis que hemos vivido…y un largo etc. de medidas sociales que sirvan par combatir la desigualdad que se ha instalado de forma perniciosamente permanente en nuestra sociedad.
Ese conjunto de medidas exige fondos en un país que tiene un déficit, por el nos persigue la Unión Europea, una deuda del 100% del Producto Interior Bruto y una fiscalidad que permite agujeros enormes, una economía en negro del 20% y un tratamiento a sociedades y a empresas gigantes y transnacionales absolutamente ridículos, como los especialistas no paran de denunciar. Recaudar donde hay es el único camino para mantener lo logrado. Hay más recetas pero la primera es ésta.
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