Entonces recordaremos estos largos momentos que vivimos como los días que cambiaron de nuevo España. Murió Adolfo Suárez y se quiso rememorar aquel cambio, por impulso del pueblo pero protagonizado por alguien que fue recibido de uñas por las fuerzas democráticas por provenir del Movimiento Nacional, como los 1.670 días que cambiaron España. Fue en ese periodo en el que se logró el harakiri de las Cortes franquistas -disolviéndose-, se aprobaron la legalización de todos los partidos políticos o los Pactos de la Moncloa, para afrontar una demoledora crisis económica. Se hizo la Constitución.
Fue muy laborioso, pero se logró. España se convirtió en una democracia homologada. La primera vez que se hace sin fusilamientos (los había habido 30 años antes), encarcelamientos masivos, sin media España contra la otra media, sin ajustes de cuentas, que ahora se piden con carácter retroactivo. Ese sistema, que ha funcionado durante casi cuarenta años, la gente lo percibe como colapsado en parte por los innumerables casos de corrupción que ha llevado a convertir a España en un país podrido, en parte por la apropiación y el sectarismo institucional que ha convertido a los órganos arbitrales de la democracia en jueces y parte de las decisiones que afectan a los ciudadanos, en parte por el avance galopante de la desigualdad y la bajada escandalosa del nivel de vida por el paro, la bajada de los salarios…
Ahora las posiciones se empiezan a clarificar. El PP –especialmente por el quietismo irresponsable del presidente del Gobierno- parece que se decanta por el inmovilismo. El partido heredero del que fue más renuente en el apoyo a la Constitución se agarra a ella como libro sagrado e irreformable. El nuevo partido Podemos habla de romper los candados del “Régimen de la Transición”, como si fuera sucesora del régimen franquista, y que toca empezar de nuevo con un proceso constituyente que abra en canal de la A a la Z la actual España. IU pide abrir un nuevo proceso constituyente. Los socialistas proponen la renovación del pacto constitucional a través de una reforma de la Carta Magna, un compromiso de regeneración democrática y la convocatoria urgente de una Conferencia de Presidentes.
Ni inmovilismo ni ruptura, reforma. Los cambios vendrán. Serán paso a paso, serán de tres en tres o serán de golpe, pero recordaremos los días que vinieron después de una crisis económica de seis años que ha derivado en crisis política y social como los que volvieron a cambiar España
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