En román paladino

Escenarios por explorar

En el firmamento socialista no brillan las estrellas de la mayoría absoluta sino las luces tenues de incandescencia retardada, de una inicial recuperación, después de una grave convalecencia

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Cuando la Asamblea Nacional Catalana congregaba a miles de personas en Barcelona, dando el plazo de tres meses al gobierno catalán para que convoque elecciones plebiscitarias hacia la independencia y cuando la Asamblea Ciudadana en Madrid daba el pistoletazo de salida a una nueva fuerza política –Podemos- que se postula con frases de Marx para la centralidad política, precisamente, en ese momento, se escenifica no la unidad de estrategia del PSOE, sino su divergencia.

Era el día de primarias en toda España. En Cataluña ya no manda Artur Más. Hasta Rajoy se pudo permitir decir que no sabía quién estaba al mando.  Son las asociaciones que sacan a las miles de personas a la calle las que dirigen el cotarro. Estamos cerca de la democracia asamblearia permanente. Una novedad en España.

Podemos es otra cosa. Ha empezado un periodo de propuestas y elecciones que durará un mes –hasta el 15 de noviembre-. Se califican como ni de izquierdas ni de derechas, según sus hasta ahora  portavoces. Su recorrido hacia la realidad está por ver. Será  un partido de oportunidad que nace en un departamento universitario.

La generación de Suresnes, la de la reconstrucción del PSOE y la UGT, que  se educó en el franquismo pero que no estaba dispuesta ni a vivir ni a morir en un régimen que negaba las libertades y que,  al precio que fuera, estaba decidida al cambio fue la  que posicionó a los socialistas en la rampa de muchas victorias electorales.  Hoy el mundo es otro, Europa y España han cambiado, pero las recetas para conseguir liderazgo, programa y la participación de la gente es la misma: conectar y dar la respuesta adecuada.

En el firmamento socialista  no brillan las estrellas de la mayoría absoluta sino las luces tenues de incandescencia retardada, de una inicial recuperación, después de una grave convalecencia, en la que se temió por la vida del enfermo, desde las elecciones generales de 2011 y que empeoró tras las  europeas de 2014. La palabra más usada en todo este tiempo ha sido la  irrelevancia.

El sentimiento más extendido venía del peligro de ser engullidos por las olas soberanistas en Cataluña y populistas en el resto de España. De  los emergentes protagonistas del  socialismo  -40 años más tarde de aquel reinicio en suelo francés-  se espera no rivalidades incomprensibles para la opinión pública sino generosidad, ética intransigente, insobornabilidad  ente la injusticia, solidaridad como consigna, trabajo en equipo como método  y claridad en las propuestas.

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