Tenemos por delante un año y medio que va a ser decisivo en la historia de nuestro país”. Así se expresa el documento que va a dar paso a la conversión en partido político del hasta ahora movimiento de Podemos, que habla en cada página del “Régimen de 1978”. ¿Les suena? De aquí a 2016 se alumbrará otro escenario muy diferente al que resultó de las elecciones de noviembre de 2011, que dieron una mayoría abrumadora al PP, pero todavía no conocemos sus perfiles. 2015 es año electoral y se nota en los reiterados anuncios del Gobierno de portarse mejor y bajar los impuestos –sobre todo a los ricos-. Eso dicen, sin ambages, la asociación de los técnicos de Hacienda. Incluso los parados es probable que no tengan que pagar tan abusivamente por haber cobrado sus despidos.
Pero la movida está ya en todas partes. Cayo Lara ha dado un paso si no atrás, sí al lado y –sin retirarse- ha puesto de cartel electoral al joven diputado por Málaga Alberto Garzón. Su encargo, de dudoso resultado, es articular una coalición de todas las fuerzas a la izquierda de los socialistas. Más sorprendente ha sido el cambio que protagoniza el PSOE, al que algunos habían cantado ya varios responsos funerarios. Las exitosas primarias para elegir por votación directa de todos sus afiliados al nuevo secretario general no han sido sino la primera parte de una corriente democrática de fondo que tendrá que concluir, más pronto que tarde, con la elección más que probable de Pedro Sánchez como candidato a la presidencia del Gobierno y, ésta vez, dando capacidad de voto a todos los ciudadanos españoles que quieran participar.
Susana Díaz trajo al vocabulario político lo de la llegada de “un tiempo nuevo”. Su discurso tenía dos ejes, la lucha contra la corrupción y la unidad de España. El tiempo nuevo se iba haciendo un lugar de la mano de la joven sevillana, muy halagada, pero se impuso de golpe y ¡de que manera! la noche de los resultados de las elecciones europeas. El terremoto ha llegado a todas partes –El Rey abdicó- y las réplicas no dejan respiro a los partidos. Rubalcaba, Cayo Lara, y Rosa Díez están llamados a la jubilación. Sólo Rajoy aguanta con el pegamento político de mayor potencia adhesiva que se conoce: el poder. La pregunta que resta no es retórica: ¿Hasta cuando? Hasta las elecciones.
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