Hace días, en uno de esos montajes que corren por lugares como whatsapp, me enviaron un mensaje felicitándome la Navidad, ironizando sobre la pronta felicitación que estamos a punto de recibir por parte de El Corte Inglés a través de las teles, las radios y todos los otros medios que podamos imaginar: “No se me adelantan este año”, venía a decir el mensaje en cuestión. ¡Por los pelos! A las pocas horas vimos otro clásico: el anuncio de la Lotería de Navidad.
Desde que el calvo se resfrió con tanta nieve, el ingenio de los expertos en publicidad y marketing a quienes los responsables de Loterías y Apuestas del Estado han fiado estos anuncios no ha dejado de sorprendernos, primero por su virtud: no han dejado indiferente a nadie. En segundo lugar por la propia factura de esos anuncios. Así, a la terrorífica puesta en escena del pasado año, esa bacanal de Botox y gorgoritos, ha seguido esta vez otra historia de miedo: Rajoy no será capaz de sacarnos de ésta; como no nos toque la lotería, estamos arreglado. [Gritos] [Na na na na naaaa na na na]
Me pregunté tras ver el anuncio, bien acabado pese a no haber cobrado (parece) el responsable de fotografía del spot, si es que mi torpeza no me había permitido entender nada; si había alguna otra historia de fondo o sobre la que había visto. Precioso todo; muy lacrimógeno; historia bonita de no ser por ser incluso de mal gusto. Triste; quizá injusto; pesimista en el fondo; falso. ‘Un cuento de Navidad’ moderno que nos llama a compartir, como con el Gobierno se comparte el 20 por ciento de cualquier premio de lotería.
Y digo todo esto porque lo más triste es la capacidad de empatía que genera el anuncio dado el pozo en que se encuentra un país donde, por desgracia, no habrá ‘gordos’ de la lotería para cada parado, para cada uno de esos padres o madres de familia que no tienen nada que llevar a la boca a principios, mediados o final de mes; para cada uno de esos empleados que comienzan el mes con su minisueldo gastado.
Y no habrá sobres con billetes de lotería para todos porque el contenido de los sobres los gastaron otros, que llenaron sus bolsillos con el dinero de todos.
Nota. Me tranquiliza, y lo digo sin ironía alguna, ver a Jesús Vázquez en el Congreso. Porque creo, de veras, que evidencia que en aquella casa hay también gente normal. Olvidándonos del peliagudo asunto de su sueldo de Diputación, creo que Vázquez es un hombre llano. Ahora sólo me faltará ver que no aplaude, como han hecho sus compañeros esta semana, a vergonzosos políticos. Asumo como propias sus declaraciones esta semana en RONDA SEMANAL sobre los garbanzos negros, pero toca ahora predicar con el ejemplo. Toda prestigiar la política. Toca ayudar al país a salir de la crisis. Le deseo de veras mucha suerte en este empeño.
Nota segunda. Monago pasó del devolveré el dinero a todo está bien. Ya está amortizado Monago como dirigente político. Me sigue sorprendiendo el papel de IU en Extremadura; recordemos: mantienen al presidente del PP de los viajes a Canarias desde hace ya casi cuatro años.
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