El cuerpo de María Esperanza Jiménez Ruiz, de 67 años, muerta por disparos de la Policía en una favela de la capital brasileña, llegará el próximo sábado a El Puerto de Santa María (Cádiz), su localidad natal, según han informado hoy a Efe fuentes familiares.
La familia de la turista española ha sido informada de que el féretro con sus restos mortales llegará en un avión procedente de Brasil hasta Madrid, desde donde será trasladado al aeropuerto de Jerez de la Frontera (Cádiz) en otro vuelo para ser conducido después hasta El Puerto de Santa María.
Sus dos hijas y el resto de familiares esperan que este mismo fin de semana pueda tener lugar su entierro.
El hermano de María Esperanza y su cuñada, que estaban con ella cuando un policía disparó el coche en el que visitaban la favela Rocinha de Río de Janeiro, volverán a El Puerto de Santa María en el mismo vuelo en el que serán repatriados los restos mortales de la mujer.
"Lo único que sé es lo que han dicho la televisión y los medios de comunicación. Con ellos hemos podido hablar muy poco porque están destrozados. Cuando lleguen nos contarán. Lo que nos dijeron al principio fue que no nos creyéramos nada de lo que estaba diciendo la prensa, que era todo mentira. Se refería a la primera versión de que su coche se saltó un control policial, pero parece que ya está claro que eso no fue así", ha manifestado a Efe un familiar.
Tras agradecer el apoyo y el trabajo del Consulado y del Gobierno español en la realización de los trámites necesarios, el familiar no tiene muy claro cómo continuará el proceso judicial contra el autor de los disparos.
"Nada va a recuperar ya a mi hermana", ha comentado a Efe otro hermano de la fallecida que también reside en El Puerto de Santa María.
María Esperanza Jiménez se jubiló hace unos años como directora comercial de una agencia de la propiedad inmobiliaria que regenta otro hermano. Desde entonces dio rienda suelta a la pasión que le había llevado a recorrer el mundo y a viajar constantemente.
Cuentan sus allegados que en los últimos años hacía "siete u ocho viajes grandes al año", descansaba entre uno y otro en El Puerto de Santa María, y pronto se embarcaba a otras rutas con los muchos amigos viajeros que había hecho en su vida en todo el mundo.
Su último viaje, en el que encontró la muerte de un disparo cuando visitaba una favela, contemplaba una semana en Argentina, otra en Brasil y otra en Perú.
En febrero tenía previsto viajar a China con sus hermanos, a los que siempre quería embarcar en sus rutas.
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