La Junta de Andalucía trabaja en un único escenario para las que deben ser sus cuentas públicas de 2016: recabar el apoyo necesario que le permita sacar adelante a finales de año el Presupuesto que moldea desde antes del verano y evitar, de ese modo, el mal trago de tener que prorrogar el actual. Esa última posibilidad, que evidenciaría el peor síntoma de un Gobierno en minoría parlamentaria, fue casi descartada ayer por la consejera de Hacienda y Administración Pública, María Jesús Montero, que aseguró, tajante, que no la contempla y apeló a la “responsabilidad” del resto de grupos políticos de la Cámara.
Esa confianza ciega en que el documento llegue a buen puerto duró apenas unas horas. Fue el tiempo que tardó Carlos Hernández, diputado de Ciudadanos y portavoz de su grupo en la comisión de Hacienda del Parlamento andaluz, en lanzar una seria advertencia: si la reforma fiscal pactada el pasado mes de juniocon el PSOE para garantizar la investidura de Susana Díaz no ve la luz en 2016 no habrá respaldo alguno.
Era la reacción de la formación liderada por Juan Marín a las palabras de la propia Montero, que en los pasillos de la Cámara había matizado que el recorte de hasta 3,5 puntos en el tramo autonómico del IRPF para las rentas bajas y medias, uno de los más de 70 puntos consensuados con el PSOE, se acometerá durante el próximo ejercicio sólo “si el escenario económico así lo permite”. Hernández, como réplica, alertó a los socialista de que en ese caso se verán obligados a “buscar otros apoyos para la aprobación de sus cuentas”.
Montero había advertido en el Parlamento de que no contar con unos Presupuestos de nuevo cuño equivaldrá a dejar escapar las ventajas de la “incipiente recuperación económica” que comienza a asomar. “Hay que aprovechar la oportunidad que ofrece la mejora de ingresos ”, subrayó antes de reclamar “colaboración por el bien de Andalucía” y “más allá del partidismo”.
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