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‘Un día perfecto’: ellos y ellas

Digámoslo sin ambages, es insoportablemente machista, paternalista y condescendiente la mirada de sus protagonistas sobre sus compañeras. Sexista hasta decir basta

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El madrileño Fernando León de Aranoa -que vio la luz en una fecha tan señalada como mayo del 68- pese a tener prestigio y cualidades como guionista y realizador, no se ha distinguido nunca por la complejidad de sus personajes femeninos. Ahí están, para demostrarlo, las celebradas ‘Barrio’ o ‘Los lunes al sol’, donde las mujeres eran, bien objetos de deseo de los varones protagonistas de edades diversas, o bien sus compañeras, pero nunca en igualdad, sino en referencia a sus vínculos con ellos.

Para no hablar de ‘Princesas’ donde la prostitución era vista desde un prisma más que discutible, por decirlo suavemente. Todas estas reflexiones vienen al hilo de que desde una mirada violeta, como la de quien esto firma, incurre en esta su última propuesta fílmica en los peores tics citados. Tics, esquemas y estereotipos en los que la prensa especializada, mayoritariamente masculina, no repara, ni percibe, o lo internaliza como la norma,  al analizar la cinta.

Su ficha técnica abreviada nos dice que está basada, lamentablemente en este caso, en la novela de una autora,  Paula Farias, -que quien esto firma no ha leído, pero que su elección es significativa al respecto- escrita para el cine por su realizador. Que su metraje es de 106 minutos.

Que la excelente fotografía es de Alex Catalán y que su banda sonora es de Arnau Bataller. Que está ambientada en el paisaje abrupto y montañoso de los Balcanes, pero rodada en la provincia de Granada, en 1995. En esta zona de conflicto, dos hombres y dos mujeres, cooperantes, junto a un guía e intérprete y un niño nativo, tendrán que esquivar los efectos colaterales de la guerra y de las rígidas ordenanzas de los Cascos Azules.

Se parte de la base de que su factura técnica es impecable, que se deja ver bien y que tiene sentido del humor, aunque sea a costa de los tics anteriormente citados. Digámoslo sin ambages, es insoportablemente machista, paternalista -en relación a la joven idealista que encarna Mélanie Thierry-  y condescendiente la mirada de sus protagonistas sobre sus compañeras. Sexista hasta decir basta. En la forma en que las tratan, la nula consideración que les merecen, los comentarios despectivos o directamente sexuales sobre ellas. Especialmente cierto en lo que respecta al de Olga Kurylenko y el tratamiento que se le da a la tensión erótica que establece con el de Benicio del Toro.

En esta road movie en tiempos de guerra, los guays son los hombres el ya citado del Toro y un más bien penoso Tim Robbins. Con la digna excepción del intérprete, muy bien compuesto por Fedja Stukan. Endurecidos, cínicos, promiscuos, expertos, se presupone que solidarios, pero… ¿Dónde la sensibilidad, la ternura, la empatía, la emoción, la vulnerabilidad y la indefensión ? Ni están, ni se les espera, unos valores que deberían ser imprescindibles en una cinta de este tipo.

Personajes y situaciones derivan por el terreno lúdico-divertido, e incluso frívolo, irritantemente autocomplaciente, lo que debería tener cierta carga de profundidad. No encuentra ni su definición, ni su tono. Al final, resulta que quienes padecen los efectos colaterales de una atroz carnicería, que en la película está tocando a su fin, las verdaderas víctimas, son poco más que figuras en el paisaje después de la batalla. Cuando intenta recuperar algo de autenticidad en los sentimientos, al final del metraje, lo consigue solo a medias. Ya es demasiado tarde.

Escrito queda. Ustedes mismos-as.

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