MINI Cooper S Automatik, más grande y más kart

Cuando el concepto ya parecía exhausto, la marca se escabulle y exprime aún más la idea con la que ya hace unos años renacía una leyenda, la firmada por MINI, y lo hace con más tamaño y con más acento dinámico, ese que le ha identificado como el automóvil más cercano a un kart.

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  • MINI Cooper S Automatik. -

Cuando el concepto ya parecía exhausto, al menos sobre el papel, la marca se escabulle, diría un andaluz que nos sale por peteneras y exprime aún más la idea con la que ya hace unos años renacía una leyenda, la firmada por MINI, y lo hace con más tamaño y con más acento dinámico, ese que le ha identificado como el automóvil más cercano a un kart.
Esta tercera generación nace con nuevas proporciones, porque nos presenta una carrocería que es 9,8 centímetros más larga, en tanto que en anchura crece 4,4 centímetros y en altura 0,7 centímetros. En el primer golpe de vista parece no haber crecido, pero sólo hay que tener la oportunidad de estacionarlo al lado de un ejemplar de la segunda generación para apreciar el crecimiento.
Al incremento de cotas se suma, además, una mayor distancia entre ejes, ésta menos apreciable a simple vista, que suma 3 centímetros.
El resultado es una mejora dinámica de un coche que ya sobresalía por sus cualidades sobre el asfalto, pero, sobre todo, una mejora de la habitabilidad, aunque el aumento de las cotas interiores no llega a llamar la atención.
Quienes sí van a notar una mejora son los pasajeros de las dos plazas traseras, que si son de talla media ya disponen de espacio para ubicar los pies y colocar las rodillas, y un mayor espacio sobre las cabezas.
Otra ventaja de las nuevas cotas es el aumento del volumen del maletero, que gana 51 litros, para llegar a los 211, una cifra que aún es baja para un turismo de su presencia.
La imagen creada finalmente es de mayor aplomo sobre el suelo y mejora de los rasgos atléticos del coche, especialmente en este caso porque se trata, por el momento, de la versión más potente de la familia.
En el interior se respira el ambiente característico de Mini, pero se perciben cambios importantes. La gran circunferencia central se mantiene, pero con otras funciones. Desaparece de ella el velocímetro, para retomar la posición habitual en un turismo, frente al volante.
En el interior también han cambiado los materiales y tapicerías, con grandes posibilidades de combinaciones de colores y materiales, además de un nuevo diseño de los asientos que resulta más confortable, aún siendo los anteriores de un gran nivel de confort.
En el capítulo motriz, los cambios son aun más profundos, ya que, por el momento, todos los motores son nuevos y de tres cilindros, salvo el montado en este Cooper S, que es un cuatro cilindros de 2.0 litros y en este caso, además, unido a la transmisión automática de seis velocidades con posibilidad de utilización manual con levas al volante, con un tacto de uso muy deportivo, capaz de mejorar el 0-100 una décima de segundo sobre la manual.
Son 192 caballos de potencia los disponibles, algunos más que los ofrecidos por su antecesor, y una entrega de par de 280 Nm que puede aumentarse a por unos instantes a 300 Nm con la función "overboost" que se activa pisando a fondo el acelerador.
Esta configuración motriz esta en un consumo oficial de entre 5,7 y 5,8 litros, un valor ampliamente superado, hasta 8 en la prueba dinámica, si bien en ella hay fases de utilización deportiva que desconfiguran los valores comunes, que debería estar en poco más de 6 litros.
La caja de cambios automática, que puede montarse asociada a cualquiera de los nuevos motores, ha sido mejorada con una nueva unidad de control electrónico de mayor rendimiento y una conexión más directa. A esta caja se le ha incorporado la de parada y arranque automática cuando el coche se detiene.
Desde la perspectiva dinámica, el fabricante ha optado por mantener la arquitectura del chasis, acentuando todo aquello que ha hecho del Mini un coche de comportamiento con sensaciones muy parecidas a las que pueden experimentarse en un kart, en lo que se refiere a la conexión con el asfalto y la rapidez con la que actúan los trenes rodantes en los giros.
Una mejora notable es percibida en el tacto de la dirección de electromecánica. Las sensaciones son de mejor conexión con el tren delantero, aunque en conducción extrema en curva se sigue percibiendo falta de información de la posición de giro de las ruedas, lo que puede comprometer la salida de la trazada al tener la dirección más cerrada de lo conveniente.
Con todo ello, la conducción de este Cooper S es muy gratificante. Las sensaciones kart son más intensas en esta nueva generación.
Los tres centímetros más de batalla y una suspensión de ajuste duro, quizá excesivo en el modo de conducción estándar, contribuyen a recibir de la unión con el asfalto una percepción que nos gustaría disfrutar en todos los coches del mercado.
Aunque los Mini se sitúan en una posición de mercado reconocible, es difícil definir cuáles son los competidores, sus alternativas reales de compra, porque esta marca inglesa en manos alemanas ha logrado un lugar casi único, en el que todos quieren estar, porque ha marcado una tendencia que los fabricantes no logran seguir, a pesar de marcas como Audi, Fiat, DS y Opel, lo han intentado, con distintos resultados.
Diseño, concepto y precio, son las variables que definen la peculiar posición de Mini en un mercado cargado de compradores que cada vez quieren vehículos de mayor personalidad, al margen de la funcionalidad.

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