El pobrecito hablador

Carta abierta a Antonio Baños

Sale barato mofarse de un andaluz, pues ni siquiera nuestros gobernantes nos respetan, utilizándonos de trampolín para alcanzar sus centralistas deseos

Estimado Sr. Baños:  Siempre he sido un firme defensor de que los pueblos, de la misma manera que las personas, tienen derechos que no deberían ser vulnerados por nada ni por nadie. Y por ello, en toda ocasión, he estado del lado de aquellos que luchan por la justicia y la igualdad. Pero, de la misma manera, repudio a los que, para hacer valer esos derechos, usan a los demás como taburetes a los que subirse.

Sale barato mofarse de un andaluz, pues ni siquiera nuestros gobernantes nos respetan, utilizándonos de trampolín para alcanzar sus centralistas deseos. Tan barato como el robar lo andaluz y convertirlo en lo español, tan barato como para darnos siempre el papel más bajo en cualquier serie o película, tan barato que te hace pensar cuándo y dónde perdimos el orgullo.

Como usted, otros antes se mofaron de nuestra lengua, otros más de derechas que el grifo del agua fría, un puñado de mentes cerradas que perpetúan ese pensamiento tan arraigado de que el andaluz es un tipo flojo, desaliñado y que sólo sirve para animar las fiestas. Sin duda, ellos y usted olvidan a ese millón de andaluces que levantaron su país, sin pedir a cambio un tres por ciento. Olvidan a los miles de hijos de andaluces que apostaron por un país que ya es suyo, y que también quieren ser independientes, viviendo en cama ajena el sueño que sus padres no pudieron vivir en la propia.

Me sorprende desagradablemente que usted, en estos momentos en los que su lengua se encuentra en serio peligro, en el que la derecha más recalcitrante y conservadora lucha por arrinconarla hasta convertirla en algo anecdótico, se ría de la nuestra. Yo le creía una persona más inteligente, pero veo que recurre al argumento más manido, zafio, facilón y rastrero de todos los que pudo encontrar para enfrentarse a su rival político.

Para despedirme de usted, esperando que sepa rectificar su error, sólo quiero hacerle notar algo: con sus palabras, se ha convertido en aquello que tanto repudia, en otro centralista más, otro rancio supremacista deseoso de pisotear los derechos de los pueblos. Y en un carajote.

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