El pobrecito hablador

Cari, tenemos que hablar

Dicen que en las disputas matrimoniales, nunca una de las partes tiene toda la culpa

Las relaciones humanas son complejas, tanto en cuanto somos sentimientos y tenemos seres humanos, y esa es la parte que asume el peso de la complejidad. Siempre que haya hombres, mujeres y viceversos de por medio, lo que puede parecer sencillo y simple puede convertirse en algo tan complejo como un puzzle de 10 piezas para un ministro cualquiera.
España y Cataluña son una pareja mal avenida que andan tirándose los trastos desde hace tiempo: que si no te aguanto tus impertinencias, que si no me das mi espacio, que mira que horas de llegar son estas, todo el día con esos amigotes tuyos rojos radicales, pues anda que los tuyos, malas junteras.
Cataluña se quiere divorciar, y España, tan católica, apostólica y romana, fiel  a los mandamientos del Señor, es de la opinión de que los matrimonios son hasta que la muerte les separe. Y en esas están, una preparando las maletas, y la otra escondiéndole la ropa interior y echándole el pestillo, la cerradura y la alarma de la puerta.
España ya le ha avisado que como salga por la puerta se queda sin amigos, sin trabajo y sin el pin de la tarjeta de crédito. Y Cataluña, ya le ha advertido que todas las deudas las va a tener que pagar España. Eso sí, la custodia de los niños será compartida.
Dicen que en las disputas matrimoniales, nunca una de las partes tiene toda la culpa, ni la otra es totalmente inocente. España se gasta el dinero con sus amigotes bancarios, y aunque jura y perjura que se lo van a devolver, al final no ve ni un duro; y claro, Cataluña se enfada, porque ella quiere más y su pareja siempre le pone pegas. Por otro lado, ella se empeña en hacer reformas en casa sin contar con España, y claro, se siente desplazada, ninguneada y tratada como una extraña, Y las cosas tampoco se pueden hacer así. Tantos años juntos tirados por la borda por un quítame allá esas urnas.
En fin, que dos no se pelean si uno no quiere, y en este caso los dos andan con ganas de gresca. Yo creo que la solución seria bien sencilla y fácil de realizar: poner bolardos por toda la casa. Mano de santo.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN