El pobrecito hablador

Passion Week

Clavamos al madero a cada niño que ha sufrido abusos por aquellos que deberían ser sus defensores

Decía mi abuelo, con la sabiduría del que ha sobrevivido a una guerra civil y aún puede peinar canas, que si Cristo viviera en estos días, lo volveríamos a crucificar. Yo lo miraba con la inocencia de la niñez, incrédulo ante semejante afirmación

Pero con los años he visto que, como siempre, él llevaba razón. Porque lo hacemos cada día, con nuestros actos o por nuestra dejadez. Somos fieles discípulos de Herodes, dejando morir a santos inocentes en nuestras orillas cada jornada, expulsando sin el más mínimo rencor a aquellos que no piden ni siquiera un portal donde pasar la noche.

Judas Iscariote campa a sus anchas, vendiéndose al mejor postor, haciendo al rico cada día más rico a costa de hacer al pobre más pobre; la única diferencia es que ahora no se ahorca, arrepentido de su pecado, sino que disfruta de su vejez entre maderas nobles y coches de lujo, dádivas del César del IBEX. Pedro lo niega tres veces, y mira hacia otro lado, tan cobarde que prefiere seguir rodeado de la basura que nos salpica a afrontar un cambio que limpie el aire ennegrecido que cada día respira.

Somos el pueblo judío que ensalza al Barrabás ladrón y embustero, que aplaude a la folclórica, al futbolista, a pesar de haber robado y mentido,  mientras los Pilatos de toda la vida se lavan las manos después de dejar libre al que expolia, a cambio de crucificar a cualquier robagallinas.

Mancillamos el templo, haciendo negocio con lo que es una profesión de fe, convirtiendo en un espectáculo circense lo que no debería ser más que la manifestación pública de una creencia que nace del corazón, pero que muere en el bolsillo. Clavamos coronas de espinas en cada padre de familia que no puede llegar a fin de mes; azotamos a cada mujer maltratada con nuestro silencio, clavamos al madero a cada niño que ha sufrido abusos por aquellos que deberían ser sus defensores y no sus verdugos.

Hoy, si caminara entre nosotros, volvería a morir en la cruz, igual que ayer, igual que mañana. Lo más probable es que Caifás pidiera su cabeza por enaltecimiento del terrorismo.

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