El pobrecito hablador

La renovación era esto

Ahora que la alternancia está en peligro, el nuevo objetivo es la defenestración de la formación morada

Cuando crees que todo ha llegado a su máximo exponente y que ya nada podrá sorprenderte, siempre hay alguien que corre más rápido, mete más goles, salta más alto, o escarba más profundamente en su propia inmundicia.

Tras consumarse el golpe de mano entre las filas socialistas, los titiriteros que manejan los hilos desde las sombras se aprestan a seguir con el plan trazado, unas lineas directrices que buscan la perpetuación del status quo.

Ahora que la alternancia está en peligro, el nuevo objetivo es la defenestración de la formación morada. Pero claro, el modus operandi no puede ser el mismo; aún no existen históricos apoltronados que funcionen a modo de espoletas retardadas, ni ex-dirigentes que deban pagar favores a cambios de despachos. Así que no les queda otra que el famoso “divide y vencerás”, o al menos el intento.

Como hermanos de la Cofradía del Clavo Ardiendo, se agarran a cualquier contingencia, la retuercen y tergiversan hasta convertir un hecho normal, corriente y legal en poco menos que una conspiración delictiva, mezclando pisos de VPO, tarjetas black, padres separados y hasta la muerte de Manolete, con un nivel de exigencia por parte de algunos medios  tan farisáica que sonroja hasta a la prensa más amarilla.
Para colmo de males, incluso dirigentes populares toman partido por alguno de los candidatos a primarias en Podemos. En mi caso, si me apoyara Esperanza Aguirre, no me presentaría ni a presidente de mi comunidad de vecinos. Por si las moscas.

Paralelamente, se consuma la tan ansiada renovación en el consejo de Ministros, tan profunda como la redecoración de mi baño cuando cambio el albornoz de percha. Las mismas caras, el mismo núcleo duro del marianismo más inmovilista, aderezado con alguna que otra especia en diferido, pero que en el fondo no es más que la continuación de lo ya recortado.  Ahora podemos ver el fruto del sacrificio socialista, una abstención que no va a servir más que para conocer el límite de las tragaderas del ex-partido de la oposición, perdido en el descrédito, desnortado y, lo peor de todo, sin saber qué camino seguir.
No todo va a ser malo: tengamos en cuenta que hemos perdido un ángel de la guarda, pero hemos ganado a la Virgen del Rocío. Poca broma.

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