El ojo de la aguja

Clamor del hambre

No dejan de sucederse las manifestaciones  convocadas por ‘los abuelos de España’ en todo el país para la subida de las pensiones, asunto que viene de viejo

Publicado: 12/03/2018 ·
13:48
· Actualizado: 12/03/2018 · 13:48
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Autor

Juan Bautista Mojarro

Mojarro es un veterano articulista onubense, escritor y poeta. Ha trabajado y colaborado con casi todos los diarios onubenses

El ojo de la aguja

Un viaje por el pasado de Huelva, sus barrios, sus personajes ilustres y anécdotas, además de sus reflexiones sobre el devenir de la sociedad

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No dejan de sucederse las manifestaciones  convocadas por ‘los abuelos de España’ en todo el país para la subida de las pensiones, asunto que viene de viejo, y  nunca mejor dicha la frase. Ya en el año 1983, concretamente el 11/2/1983, escribía un artículo en el Correo de Andalucía titulado ‘El hambre: un jinete adelantado’. Artículo alusivo a este tema que asola no solo a España en su conjunto sino también al hemisferio y de manera especial a los pueblos que más padecen. Han pasado ya treinta y cinco años de aquella publicación que aún conservo, el clamor del hambre ha alcanzado ya cotas que no tienen parangón.

Y precisamente han tenido que ser ‘los abuelos de España’, cargados de edades pero también de sabiduría, los que han puesto en ciudades como Bilbao, Madrid, Valencia, Sevilla (también en Huelva) y el resto de España, el acento más fehaciente a tanta pérdida de humanidades, que los ha obligado a echarse a la calle para reclamar democráticamente el soslayo y el abandono que hoy no se hace ni con los animales y que están sufriendo no solo ellos, sino también el resto de sus descendencias.

Ya apuntamos no hace mucho que las pensiones se hallaban en el ojo del huracán, pero la verdad es que en todo este discurrir de años democráticos, el pueblo llano de este país hemos estado ciegos, la sociedad en su conjunto ha ido perdiendo valores a través del mal uso de la palabra democracia con la mentira, de manera especial en el capítulo de las elecciones. La sociedad en su conjunto fue paradójicamente parcheándose, mientras que iban surgiendo decretos, imposiciones, a veces suavizadas por la voz del pueblo, pérdidas de derechos laborales, poder adquisitivo para los menos pudientes, vaivén de un paro con altibajos en el tira y afloja de los gobiernos, hasta llegar a la situación actual, al desgobierno: ¡clamor del hambre! De ‘los abuelos de España’, que en la posguerra con sudores y lágrimas pudieron levantar el país y que ahora se ven obligados a pasarlas canutas para poder llegar a mediados de mes y de esta manera poder subsistir.

Y no digamos del hemisferio, con la presencia de ese otro jinete que amenaza, ¡y de qué manera! con el capítulo de guerras, y como consecuencias de ellas, el vergonzoso cúmulo de atrocidades que se suceden permanentemente, que van en aumento, y que hacen que miles de inmigrantes en éxodos impresionantes traten de llegar a través de todos los caminos habidos y por haber a Europa, como referente de vida y salvación, circunstancias que, dicho sea de paso, acrecientan aún más ese capítulo de hambruna en nuestro continente.

Los animales viven en sus respectivas comunidades y se respetan, pero matan para sobrevivir, para comer, aunque entre las distintas especies coexisten y conviven, de tal manera que en algunos congresos se ha llegado a plantear la posibilidad de que tengan alma, la misma que el género humano, por racional, debe poner en práctica ante el clamor del hambre que no va a cesar.

 

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