El ojo de la aguja

El poeta Ángel Poli

Ángel Poli descarta soledades aquellas de Jaime de Armiñán. La elegida, la transitoria y la inevitable

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Escribir del poeta madrileño Ángel Poli Carbajosa, pero onubense por los cuatro costados  desde temprana edad,  se me hace ilusionante, como aquella extraña sensación dolorosamente fugaz de la estrella que raya en el firmamento su firma de feneciente de luz. Pero vayamos al asunto: se dice, de toda vivencia de los aconteceres más bellos, vistos o sentidos de la vida, que donde más suelen brillar  suelen ser en las pequeñeces. De ahí, y viene a colación, una frase que escribí y que precede a mi poemario ‘Brocal de Estrellas’.

/No somos dioses pequeños/Es el Hacedor el que se empequeñece en nosotros/.  Y todo viene a cuento porque entre mis muchos libros, me encuentro por su pequeñez, como pretendiendo ocultarse entre publicaciones de mayor volumen, la obra de Ángel Poli ‘Vecinas de verano’. Este creador brillante y galardonado cuenta en su haber con la obra de referencia publicada por Ediciones Piratas de Fuenteheridos. Ángel Poli tiene  un extenso bagaje de publicaciones, a saber: ‘Por el espacio Amada’,’ Con amor a destiempo’, ‘Estrías de luz’, ‘El agua del estanque’, o ‘Brújulas’, entre otras.

Al admirado colega le hice en su día un reportaje para Odiel y como contrapartida de aquel encuentro me regaló la obra ‘Vecinas de verano’,  que en estos momentos tengo en mis manos y  me reclama de nuevo para  así hallarme con Ángel Poli y con todas sus vecinas del pensamiento, entre ensueños y realidades de espacios y tiempos.

No va uno a descubrir ahora al poeta Ángel Poli, pero comienzo con el  primer poema ‘La vecina de enfrente de mi acera’: /De noche me enciende la tele y se relaja/Deja abierta la luz del comedor y los postigos/Se sienta en el sofá y adagia que la vida cruce el justo pentagrama del momento/.
Ángel Poli no llega nunca a estar solo, aunque se le vea ojeando un libro sentado en unos de los bancos de hierro de la Plaza de la Palmera-como yo la nombro-. Se encuentra desde el quicio más adecuado de su ventana como un francotirador ávido de más luces creativas con ‘La vecina del patio’: /Cuando se ducha/lo hace levantado las persianas porque le gusta el sol de la tarde//Si es de noche, me enciende la luz que de mejor la transparencia/sobre cristales turbios/.

Ángel Poli descarta soledades aquellas de Jaime de Armiñán. La elegida, la transitoria y la inevitable. Ahonda en los peldaños de la elegida pero no se hace presente, por eso se encuentra con ‘La vecina de abajo”: /Mientras que limpia con mimo la escalera/coincide con mis pies ineludibles/No sé como lo hace/pero siempre previene mis andanzas/le piso los peldaños aseados y le pido disculpas/Sé como duelen los castillos de arena que nos obvian/.

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