El ojo de la aguja

La Fuente de las Naciones

Fue un símbolo vinculante, emblemático, directo, nexo insoslayable que de tenerla hoy hubiese sido una joya de los lazos que nos atan al Descubrimiento

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Ahora con el discurrir del tiempo y con la proyección del Puerto de Huelva hacia la bonanza de futuras amplitudes, se nos pone por delante después de tantos lustros aquella imagen de la Huelva de antaño como un celuloide  en lo que se refiere a su presencia desde el Muelle del Tinto en adelante.
Eran aquellos unos tiempos que permanecen en las retinas de muchos onubenses, coetáneos y contemporáneos, ya con sus edades, y en concreto en esta ocasión me refiero a la desaparecida Fuente de las Naciones, ¡maldita piqueta!, que tanto mal nos ha hecho. Destruir para construir de nuevo, expropiar terrenos, etc.

La Fuente de las Naciones fue un símbolo vinculante, emblemático, directo, nexo insoslayable que de tenerla hoy hubiese sido una joya real, visible de los muchos lazos que nos atan a la gesta del Descubrimiento de América.  Se hallaba la susodicha fuente prácticamente casi a la entrada de la avenida de Francisco Montenegro, próxima  al Muelle del Tinto, y frente por frente al también desaparecido Club Náutico.

La Fuente de Las Naciones, como rezaba  su nombre, servía con sus elípticos asientos que la rodeaban como lugar de reposo a todo andante que se atrevía a llegar hasta la Punta del Sebo caminando. Significaba un alto en el camino, y lo más atractivo, sin duda alguna, era que sobre los espaldares de sus asientos figuraban en azulejos los escudos heráldicos de todas la naciones sudamericanas.

Recuerdo como si fuese ayer que, sentado en la Fuente de las Naciones, compuse el primer poema que precede a un libro de décimas espinelas, composición literaria creada por Vicente Espinel, soldado en Flandes e Italia, cura, músico, amigo de Lope y de Cervantes, etc. Pues bien, la décima, viendo el vuelo de las gaviotas sobre la ría, decía así: /Gaviotas, ¿qué queréis?/¿Que os mire y que os cante?/¿Que mis pupilas levante/ por ver cómo os perdéis? Gaviotas, ¿qué queréis?/ ¿Que yo deje de soñar?/¿Que mire otra vez al mar?/¿Que olvide a mi dulce amada?/Ingrata ave, alocada/idos de nuevo a la mar/. No quiero dejar por detrás que al granadino Vicente Espinel se le atribuyó la quinta cuerda de la guitarra flamenca.

Y continuando con la Fuente de las Naciones, a sus espaldares, la Huelva balompédica de aquella chiquillada generacional que celebraban los campeonatos infantiles de la OJE (Organización Juvenil Española) en la zona de los aparcamientos del Nuevo Colombino, conocida por ‘La Pista’. Equipos como el Vespa, La Merced, Estrella Azul, Contable, Belchite, Las Metas, etc., de las que salieron jugadores como Miguel Ángel Molina, Marín, Ricardo, Chinchón, Arrazola, Gali, Peguero, Juanín, Chano, Emilio Vázquez, Borrego, Colomina, Mancheño, Sierra, etc.

En definitiva, una estampa de la Huelva lejana y rosa, que todavía por el paisaje de nuestra vetusta Onuba los hay que peinan canas y recuerdan con nostalgia y sentimientos como si fuese ayer.

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