El ojo de la aguja

Y no pasa nada

Dolientes injusticias con todo aquel que mete la mano, afloración de dinero negro incontrolado, expedientes que proscriben y otros que se cierran como si nada

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

Lo estamos viendo en el transcurrir de los días, en el paso del tiempo, que no se detiene, no sabemos si para bien o para mal, pero lo que sí es muy cierto es que retiene. No obstante, este tiempo nuestro que nos ha tocado vivir, nos acelera de tal manera, que olvida en un santiamén lo que es el instante,  lo que sucede pero, eso sí, se retiene, pasen los días que pasen.

Sin embargo, luego entra el apartado de aceptar los hechos inaceptables, con la conformidad de que no le ocurre a uno, que tales circunstancias anómalas y dolorosas pasan por otros, y así vamos haciendo caminos que no terminan nunca, en degradable aceptación y sometimiento, sujetos a leyes obsoletas y contradictorias donde personajes se mueven en todos los terrenos con afanes de enriquecimientos personales, de lucro, entre el apropiamiento indebido, la malversación, la estafa, y todo lo que conlleva manejar  las arcas públicas como si se tratara de un negocio propio o de entre cómplices.

Mientras tanto,  el pueblo llano padece  los desmanes, los abusos, crucificando al ciudadano con la puesta en marcha de sofisticados decretos. Y no pasa nada. El pueblo huye hacia sí mismo, otorga y calla, la democracia que tantos lustros nos ha costado se empequeñece, se resiente, ante tanta grandeza de estafas que fuerzan la caída de la balanza.

Dolientes injusticias con todo aquel que mete la mano, afloración de dinero negro incontrolado, expedientes que proscriben y otros que se cierran como si nada. Manejo de un pueblo a lo Corleone, y no pasa nada. Resulta complejo hallar esa varita mágica que logre quitar de los ojos esas cataratas del ciudadano de todas las Españas. Parece que nuestros sentires dañados han perdido las fuerzas en entregas en su caminar de años, de sudores, trabajos, paro, indigencias e injusticias, para nada.

Se trata de moverse en la confusión concertada,  porque siempre resulta más rentable que la real visión de las cosas. No entenderse con el conocimiento fortalecido y verdadero, porque en la duda y la ignorancia, se halla lo que interesa a esa parte nefasta organizada, inimitable con su trillada palabra con la que dicen que progresan.

Y la verdad es que no pasa nada, pero hoy piensa más el estómago que la cabeza, y el hambre se hace más lista. Cuidado, porque ya nadie se traga la falacia, que montajes más grandes han caído y la mentira tiene las patas muy cortas. Aunque, insisto, a pesar de todo sigo en mis trece… Y no pasa nada.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN