El ojo de la aguja

Esplendor del miedo

Ya saben cómo me manifiesto y cuales son mis grandezas, así como mis debilidades y pequeñeces

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Formo parte de una gran mayoría del planeta Tierra, y tal vez en otras dimensiones, tengo la mayoría absoluta indefinidamente por el desacuerdo de los humanos, y desde entonces camino con mi eterna perturbación angustiosa por todos los rincones del hemisferio. Ya saben cómo me manifiesto y cuales son mis grandezas, así como mis debilidades y pequeñeces. Todos, absolutamente todos me conocen por el miedo. Me rodeo paternalmente entre los pequeños, para que con mi presencia  no encuentren dificultades en el devenir y puedan llegar a ser hombres. Irrumpo en sus travesuras para alejarlos del peligro, aunque algunos me critican; los más osados, suelen tacharme de cobarde. Soy así, callado y silente encumbrado en las sombras  y presente en las debilidades humanas, en su estado de ánimo. Elijo todos los caminos y siempre me encuentro ocupado. Estos tiempos que corren me desbordan, cada vez son más los que se agrupan a mi  alrededor, me desbordan.

Durante mi infancia aparecieron los primeros síntomas de llegar a mi autenticidad, impuesta por el rigor de los exámenes, en las interminables aulas de todas las universidades del mundo, en el umbral de los suspensos, entre los llantos, lágrimas, castigos y privaciones. Pasada la pubertad me encontré en los pasillos  de los Palacios de Justicia, entre los presuntos y los letrados. Estuve avanzando y extendiéndome y mi descendencia fue tomando cuerpo sobre las grandes injusticias que se comenten en la tierra. En el hambre que no cesa, que guardan hoy cola al anochecer en los contenedores adjunto a los supermercados, a la espera de arrojo de las basuras, de artículos caducados, carne, yogures.  etc.
Continúo más presente que nunca en las guerras de hoy día, Afganistán, Palestina, Siria, etc. Y en el fenómeno Trump, que ya calienta motores. Son como dolores de cabeza que se calman cuando menos lo espera. Estoy en todos los frentes y en todas las guerrillas del mundo sobre ese miedo de las personas que lo padecen por el temor a improntas muertes. 

Logré poner zancadillas al odio y a una gran parte de las navajas de la noche, también porque las noches de hoy son obligadamente más solitarias. Estoy cercano a esos fenómenos naturales que nos azotan, temporales, desastres naturales, terremotos, inmigrantes que pueblan los fondos de los mares con sus miles de cadáveres.

He puesto las barreras del temor, las más acentuadas, entre los gobiernos del mundo para que me obedezcan como corderos y no se atrevan a dar el más fatal de los pasos en un autoritario gesto mío.
He llegado al paroxismo de mi totalidad,  estoy entre los gobiernos del mundo. Mientras que, los indigentes y más pobres  padecen, los fortalecidos y mandatarios mantienen expectantes sus arsenales atómicos, con el botón fatídico delante, dándome así más vitalidad y fuerza, para una humanidad que no se desprende de mi existencia.

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