El ojo de la aguja

El negocio de los muertos

Hoy día se incrementan los impuestos sobre los familiares, sobre los sentimientos por sus seres más queridos que no están. La cuestión es sacar dinero de donde sea

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad AiPublicidad Ai

Se le está perdiendo el verdadero respeto a todos aquellos que nos precedieron, de manera especial en los momentos actuales, de seguir así tendremos que pagar hasta para respirar. Hoy día se incrementan los impuestos sobre los familiares, sobre los sentimientos por sus seres más queridos que no están. La cuestión es sacar dinero de donde sea. Muertos que han pagado su muerte durante toda su vida, y que continuarán pagando su familia por ocupar un nicho o una sepultura, muertos que pagáis como vivos sin el carnet de identidad, pero con nombres y apellidos. Se pisotean  y se abusa de las memorias dolientes, los sentimientos y recuerdos de los que dieron el paso definitivo, de ahí a que cada vez haya menos enterramientos y sí más incineraciones, porque así, de esta manera, se evita dejarle una carga económica a sus descendientes.
      No se tiene en cuenta vuestra mudez eterna, la luz que habéis visto todos, helos ahí, callados, unidos en no sé qué motivos de eternidad. Silencio que toca el umbral del verdadero sitio, silencio que domina y espanta, silencio que atrae en el vacío que habéis dejado, que tonifica.
Los muertos, nada, polvo, huella, detalles que flotan sobre nosotros insoslayablemente. Binomio de memoria y eternidad. Dolor, memorias y lágrimas. Todos iguales, ni más arriba ni más abajo, en la única verdad de la vida. Muertos que con vuestras memorias alimentáis a vivientes y configuráis vuestra presencia. Oración, flor sin sonrisa con tonalidades de otoño. Arroyos de corazón en lágrimas que sobrepasa la sensibilidad, escobillas que se gastan con la fuerza de la cal nueva, manos que se queman, jaramagos y malvas recién nacidas, que se pisan. Flores vivientes, muerte humana. Curiosidad temerosa en tanto real y arcano, jilgueros que revolotean en torno a los cipreses, en semicírculos, en celestial contraste.
Sol nuevo con fuerza ancestral en vuestro día más señalado, en vuestro sucesión de visitas más populosa, en tanto, todos vosotros, muertos queridos, algunos, sin fechas ni memorias, muertos que quebraron en la vida, y quedáis para el más doloroso de los olvidos. Muertos con el único y verdadero equipaje de eternidad,  los que en el más medido epitafio se ven ya en la soledad absoluta fuera de los avatares del tiempo. Muertos, vosotros, sin mármol blanco, sin flora, sin oraciones ni cruces, sin cal nueva, en la nada fría y más dolorosa. La mirada quedó varada en vuestro tiempo y me quedo en ella, con esa visión imborrable de vuestro paso por la vida. Aunque ahora quieran continuar negociando con vuestra posvida. Muertos con abrazos de eternidad, que están al límite de los que no se va a escapar nadie.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN