El Loco de la salina

¿Se siente usted esclavo?

De pronto decimos que hay que ver lo que era la esclavitud y que menos mal que aquellos tiempos pasaron. Pues bien, nada más lejos de la realidad.

Hoy, 2 de diciembre de 2017, se celebra en todo el mundo el Día Internacional para la abolición de la esclavitud. Cuando escuchamos esto, se nos ponen los vellos de punta, nuestra mente se pone a trabajar y le pegamos un rápido repaso a la historia de la humanidad. Empezamos viendo a los pobres esclavos de la antigua Roma siempre dispuestos a servir en el Coliseo de merienda a los leones. Eso en el mejor de los casos, porque muchos suspiraban por acabar cuanto antes sus perras vidas. Además eran considerados como cosas ambulantes y se compraban y se vendían como si fueran animales.

También nos ponemos a calcular los sufrimientos de los negritos del cola-cao y el coco se nos va directamente a África y vemos al cacique de turno pegando latigazos a una ristra de negros que llevan a hombros unos fardos muy gordos, mientras van sonando los grilletes que golpean sus sangrantes pies. Después los vemos encadenados encima de un tablado puestos a la venta y hasta escuchamos los gritos de los capataces.

De pronto decimos que hay que ver lo que era la esclavitud y que menos mal que aquellos tiempos pasaron. Pues bien, nada más lejos de la realidad. Esos tiempos no pasaron. La esclavitud no es una reliquia del pasado. Lo que sucede es que ha ido adoptando formas diversas a lo largo del tiempo. Sin embargo hoy la esclavitud sigue existiendo, aunque la disfracemos de colores y de modernidad. Hoy he echado el rato en la biblioteca del manicomio buscando qué dice el diccionario sobre el particular. Y pone: “Dícese de la persona que por estar bajo el dominio de otra carece de libertad” ¿Le suena?

Hoy hay mucha, demasiada gente que está bajo el dominio de otra persona. No lo digo yo. Según la OIT (Organización Internacional del Trabajo) más de 40 millones de personas en todo el mundo son víctimas de la esclavitud moderna. Para mí que se quedan muy cortitos. Pero no lo vamos a poner tan difícil de comprobar. Hoy, en La Isla sin ir más lejos, hay un montón de esclavos. Se les ve andando por la calle como si aquí no pasara nada, no llevan cadenas en los tobillos ni en el cuello, pero son esclavos. Viven, por decir algo, con un sueldo miserable que difícilmente les da para llegar a mediados de mes. Para más INRI se esfuerzan en sentirse afortunados por tener al menos un miserable trabajo y solamente esperan que algún día la primitiva se acuerde de ellos de una santa vez. Y nunca se acuerda. Se les va la vida siempre sentaditos en la escalera esperando al porvenir, y el porvenir que no llega.

Los locos pensamos que su motor es el miedo. Conscientes de que la cuerda siempre se rompe por la parte más débil, tienen miedo a enfrentarse al jefe; tienen miedo a perder el trabajo; tienen miedo al miedo…Y van pasando los días, los meses y los años y los que no son esclavos predican que somos una sociedad moderna y que así da gusto vivir. 

Me está doliendo la cabeza de tanto pensar y por eso le pregunto a usted que me está leyendo: ¿se siente usted esclavo? Le dejo, porque me están llamando y aquí en el manicomio o vas o te llevan.

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