El Loco de la salina

Tres eran tres y ninguna era buena

Mientras haya tantos elementos viviendo de la política y deseando que los otros compañeros se estrellen para entrar ellos, no vamos a ningún lado.

Aunque le parezca mentira, aquí en el manicomio se viven las cosas que pasan fuera, como si ocurrieran dentro de estas cuatro paredes. Hoy son las Primarias en el PSOE. Digo yo que mañana serán las secundarias y pasado las terciarias. Los locos nos hemos dividido en tres grupos: los defensores de Susana, los de Pedro y los de Patxi.

Por cierto, el nombre de pila de Patxi es Francisco Javier López Álvarez, y, en justa correspondencia, deberemos decir también Susi y Perico. Los del grupo de Susi se llevan a matar con el grupo de Perico y viceversa. Patxi aprovecha la coyuntura para decir que no se maten y que él garantiza la concordia imposible, aunque los tenga que matar. Los tres son muy cansinos y no paran de repetir de boca para fuera lo de compañeros y compañeras, amigos y amigas…, pero de labios para dentro son mucho más finos y agudos, como los puñales medievales. L

a enfermedad del partido, nombre que ahora le viene como anillo al dedo, ha tardado en dar la cara. Mientras haya tantos elementos viviendo de la política y deseando que los otros compañeros se estrellen para entrar ellos, no vamos a ningún lado. Todo para mandar algo más. Sin embargo los locos pensamos (cosa rara) que los que mandan de verdad son los intereses. A los setecientos años que llevan unos en el poder andaluz se suman los setecientos que a los otros dos les gustaría estar en el mando.

Pulverizado ya el record del Caudillo, se trata ahora de seguir en el poder eternamente. Los de Susi, para conservar los sueldos y la situación privilegiada de sus vidas, porque han hecho de la cosa política una ventajosa profesión. Los de Perico, para pescar en río revuelto y salir del ostracismo. Si gana Susi, aquí no ha pasado nada, aunque ha pasado que los enemigos perdedores van a permanecer en sus marginadas trincheras más cabreados aun. Si gana Perico, los otros tendrán que abandonar el sillón en el que estaban maravillosamente acomodados. Si gana Patxi, enhorabuena, Susi. Ya sabemos que todos los candidatos no pueden ganar. Si así fuera, era lo que nos faltaba.

Tanto Susi, como Perico, como Patxi, piensan que si cualquiera de los otros dos se tira por un puente, apuñalamiento que se ahorran. Esto es lo que ha quedado de los que en otro tiempo fueron uña y carne contra la derecha reaccionaria. Los locos pensamos que ya no se defienden ideas, sino puestos de trabajo.

Todo esto viene de muy lejos. Corría el año 1902. Antonio Rodríguez Martínez escribió este inolvidable tango, que nos retrata y que parece compuesto ayer por la tarde. Lo cantó el Coro “Los médicos  modernistas”:

“Para curar a España de sus dolencias, no hay más que lo siguiente
y esto hay que hacerlo con gran urgencia.

El remedio es tan sano como infalible, allá va la receta por si es posible.
Se hace una caldera de siete mil metros
y a todo el que viva de la política se echa dentro.
Cuando la caldera bien repleta esté, se le arrima leña
Y se deja ardiendo por todo un mes.

Hay que tener cuidado y persuadirse que nadie de la olla pueda salirse,
porque los hay tan pillos y tan granujas que se van del caldero,
aunque sea el agujero como el ojo una aguja.

Cuando ya están hechos manteca, se le sacan los chicharrones,
y con esa pringue política, se le da a España catorce unciones.

A los treinta o cuarenta días se ha de ver con seguridad
que la noble patria española ya se curó de su enfermedad

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