El Loco de la salina

Un deseo llamado tranvía

Llevamos muchas noches asomados a la tapia y hemos visto pasar el nuevo tranvía con nocturnidad y alevosía en período de pruebas.

En el manicomio los locos tenemos muchos deseos; deseamos ponernos buenos, que lo bueno sea bueno, qué bueno estar aquí para ponernos buenos…¿Qué iba yo diciendo? Buenos, vamos al lío, que me pierdo más que el programa del tranvía. Nosotros hablamos con mucha gente y llegamos a la conclusión de que hay más locos fuera de estas cuatro paredes que aquí dentro. Fuera cuentan que el tranvía va a ser una realidad, aunque no se sabe cuándo.

No sé ya si creérmelo. De ahí viene el deseo que tenemos de que aparezca ya el tranvía. Ese es nuestro deseo: el deseo llamado tranvía. Lo deseamos, lo añoramos, lo esperamos, pero solamente lo podemos ver de noche. Y hay que quedarse despierto para verlo y yo, la verdad, estoy muy cansado para estos trotes. Es decir, que esto es de película.

En verdad el famoso film, en blanco y negro, era “Un tranvía llamado deseo”, protagonizada por Marlon Brando; pero, como el tranvía solamente pasa de noche, para nosotros que todo sigue en blanco y negro y no acabamos de despertar del sueño. Además, el deseo que tenemos todos en el manicomio es que el tranvía aparezca de una santa vez en carne mortal y no de pruebas. Marlon Brando ganó unos cuantos Oscar, pero a nosotros lo que nos van a dar es con un ladrillo en la misma boca.

Por eso, en el manicomio hemos decidido por fin que si los políticos se están cachondeando con nosotros en el tema del tranvía, qué menos que nosotros, los locos, podamos también jugar con las mismas cartas y cachondearnos igualmente de ellos. Todos tenemos derecho a una juerga bien montada en un plano de igualdad, igualdad que ellos no paran de pregonar a los cuatro vientos. Lo digo, porque somos un grupo de unos cuarenta locos que nos hemos tirado casi un mes haciendo cola para comprar los billetes del tranvía que nunca acaban de salir a la luz, porque entre otras cosas la luz se ha puesto por las nubes y además no tenemos ni idea de dónde están los puntos de venta.

Llevamos muchas noches asomados a la tapia y hemos visto pasar el nuevo tranvía con nocturnidad y alevosía en período de pruebas. Yo estoy loco, pero no soy carajote, porque lo veo desde la tapia. Lo que uno ve es lo real y a mí no me engañan; lo demás es puro humo y agua de carabaña. Dicen que están haciendo pruebas, y unos cuantos locos, por si acaso, estamos haciendo cursos acelerados de engrasadores de máquinas ferroviarias para que esto vaya más rápido.

Ahora están diciendo que hay que esperar otro año para ver el estreno del dichoso tranvía. Pero esta gente cree que somos eternos y que podemos estar esperando toda la vida que ellos vayan prometiendo lo que buenamente se les ocurra un día tras otro. Según vayan diciendo desde arriba, a los políticos de aquí abajo no les importa ir dejando su culito al aire. Por cierto, algún día habrá que ajustar cuentas y explicar cuánto nos está costando el tema y quiénes son los beneficiados de la broma.

Nosotros, por si acaso, como nos encanta jugar a los trompos, estamos guardando todas las chapas de cerveza y de coca cola en un saco para después ponerlas una a una en la vía del tranvía y que las aplaste, que es lo que habría que hacer con algunos. Por tanto, si no le importa a usted, envíenos a la redacción cuantas chapitas pueda para facilitarnos la tarea.

Y, si alguien desea colaborar conmigo, que escriba a mi Correo letrónico: sanfernandoarrobámanicomioypunto.

Por cierto, a ver si me dejan salir de aquí para ir a la comunión de mi nieto. Y las higueras dando higos. Ojú, ¡qué calor!

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

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