El Loco de la salina

Ya no sé cómo decirlo

Hoy, 4 de octubre, es día de San Francisco de Asís, santo que no tiene nada que ver con San Francisco de Paula. No sé ni quién ni por qué me asignaron el de Paula, a pesar de que soy antitaurino.

Vamos a ver. Entre unos y otros me van a volver más loco de lo que estoy. Cuando llegan los primeros días del mes de octubre y el triste otoño, me echo a temblar como las hojas y no tengo más remedio que explotar y decir lo de siempre. Lo voy a repetir por última vez. Mi santo no es hoy 4 de octubre. Mi santo es el 2 de abril. ¿Queda claro?

Hoy, 4 de octubre, es día de San Francisco de Asís, santo que no tiene nada que ver con San Francisco de Paula. No sé ni quién ni por qué me asignaron el de Paula, a pesar de que soy antitaurino. Me gustaba más el de Asís, nombre de ciudad italiana que no tiene nada que ver con el tamaño ni la altura. Sin embargo, como de pequeño tampoco podía protestar, porque ni hablaba ni me entendían, me quedé con el de Paula para los restos. Y a partir de ahí comenzaron las confusiones entre los dos santos.

Hoy, los locos me paran por el pasillo y me dan las felicidades. El director del manicomio me llama a su despacho y me da felicidades. El de las pastillas me da un golpecito en la espalda y me da felicidades. Así desde luego no soy feliz, sino que muy al contrario soy un desgraciado al que todo el mundo confunde incluso en su propio nombre. No me dejan tranquilo. Y después llega la alegre primavera con el dos de abril, que es el día de verdad de mi santo, San Francisco de Paula, y nadie me felicita ni me desea nada de nada. Me quedo con la cara doblada y ningún beso de alegría ajena se estampa en ella.

Sin embargo hoy no paran de traerme regalos y ya no sé dónde meterlos. Lo digo por última vez. Mi santo es el dos de abril, día de San Francisco de Paula y no hoy. Por tanto absténganse de decirme felicidades y de mandarme a casa ningún tipo de regalos, entre los que bien pudiera ir un buen jamón.

Otra cosa. La gente cree que, como el Papa se llama Francisco, hoy es su santo. Que no. Que el santo del Papa es el 24 de abril, día de San Jorge. La gente tiene un lío en la cabeza que no se aclara. A mí personalmente me gustan más los cumpleaños que los santos, aunque también es verdad que celebrar los cumples es festejar el que la Tierra ha dado otra vuelta alrededor del sol, pamplina esta que se repite cada 365 días y seis horas. Y es que los santos, de un tiempo a esta parte, han dejado de hacer milagros, cuando ahora hacen más falta que nunca, sobre todo en Cataluña.

Volvamos al tema de los Franciscos. A los Franciscos nos llaman de muchas maneras: Paco, Frank, Francis, Francesco, Franco (vaya por Dios), Cesc (en catalán, toca madera), Pancho, Quico, Curro…Mi nieta me llama Paco y hay quienes dicen que Paco proviene de las primeras sílabas de Pater Comunitatis (Padre de la Comunidad), comunidad de franciscanos que precisamente fundó San Francisco.

Los enterados afirman que el nombre de Francisco es de origen germánico y significa “hombre libre” (y yo encerrado aquí, qué paradójica es la vida). Parece que allá por el siglo XIII Pedro Bernardón le puso a su hijo el apodo de “francés” en honor a Francia, nombre que proviene de los francos. En todo caso, vamos a felicitar a los Franciscos de Asís, no sin antes dejar una anécdota que cuentan de su vida.

Dicen que sus amigos le preguntaron una vez si se pensaba casar. El de Asís contestó: “Estáis en lo correcto, pienso casarme, y la mujer con la que pienso comprometerme es tan noble, tan rica, tan buena, que ninguno de vosotros visteis otra igual”. Por lo visto esa mujer era la Pobreza.  Buen tipo, aunque no apto para vivir en esta época de tanto aprovechado y sinvergüenza.

 

(La redacción del periódico te desea un feliz día de tu onomástica, Paco Melero)

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