Han mandado al manicomio, junto con la factura de la luz, las condiciones generales del contrato y ya les puedo decir que viendo el panorama que nos espera preferimos estar a oscuras antes que quedarnos atontados del todo leyendo tanta letra menuda. Nos han tenido que arrancar el papel de las manos, porque era tal el esfuerzo que hacíamos al estudiarlo que ya estábamos a punto de liarnos a silletazos. El director nos ha facilitado la facturita y los papelitos de colores que la acompañan, más que nada para que veamos que los que estamos aquí dentro no tenemos nada que envidiarles a los que todavía permanecen fuera de estas cuatro paredes. Aquí no nos inventamos nada, aunque estemos encerrados por dejar volar excesivamente nuestra imaginación.
Por poner un simple ejemplo, refiriéndose al precio, el contrato dice textualmente y con una letra más pequeña que un suspiro de Messi: “En concreto y sin perjuicio de las modificaciones que puedan aprobarse, el precio aplicable a los Clientes TUR Bono Social será el PVPC menos un 25% en todos los términos que lo componen y el aplicable a los Clientes TUR sin derecho a PVPC será el que resulte de aplicar para su cálculo, por un lado, los términos de peaje de acceso correspondientes incrementados en un 20% y, por otro, el resto de términos del PVPC aplicable a un consumidor con peaje de acceso 2.0A sin discriminación horaria incrementados en un 20% en todos sus conceptos”
¿No es para tirar la toalla? ¿Usted ha entendido algo? Figúrese nosotros. Más fácil era comprender aquello de “La parte contratante de la primera parte será considerada como la parte contratante de la primera parte…” ¿Por qué nos lo ponen tan complicado? ¿Acaso España es el camarote de Groucho Marx? ¿No hay otras palabras en el diccionario un poquito más asequibles para la mayoría de los mortales? ¿Tendremos que costearnos un traductor para descifrar lo que nos quieren decir? Esto solamente tiene una explicación normal. Nos quieren meter la subida y no saben cómo hacerlo. La cuestión es que tanta palabreja pretende ocultar los verdaderos propósitos de las subidas tan brutales que estamos padeciendo.
Y es que uno prefiere pagar religiosamente lo que nos digan a ponerse atentamente a estudiar semejante verborrea, que ni ellos mismos comprenden. Mientras alguno pasa el Rato sacando del país el dinero a espuertas, la mayoría de los curritos anda ya preguntando por el precio de las velas. Esto no puede ser. Ahora que los partidos prometen tantas cosas y hacen bien porque es gratis, ¿por qué no añaden a la lista de los Reyes Magos o a la de los Godos lo de bajar el precio de la luz o al menos nos envían a un especialista casa por casa explicando lo inexplicable de la brutal subida? Lo que sí aparece con extraordinaria claridad es el precio total de la factura, para que lo tengamos claro.
Eso sí, todo tiene su base en la normativa; en las Condiciones se nos remite continuamente a Reales Decretos y a Leyes con sus números y barras correspondientes. Hemos intentado reunir toda la legislación que nos ponen en el papel de marras y los médicos nos han aconsejado que lo dejemos. Se comenta mucho lo de que estamos perdiendo derechos sociales ya conquistados hace mucho tiempo, pero muy poca gente habla de que nos están dejando a oscuras de golpe, siendo la luz algo tan conquistado y tan vital.
Decía el Génesis que Yahvé hizo la luz y vio que era buena. Nadie lo duda. Lo que no dice la Biblia es lo que iban a hacer algunos seres humanos con esa luz. Ahora están anunciando nuevas subidas para este trimestre, pero la gente está en la calle muy tranquila, porque no paran de repetirnos que el IBEX está estupendo y que la prima de riesgo se está sujetando. El que no se consuela es porque no quiere. Lo seguro es que vamos a terminar como los Supervivientes pero sin perspectivas de regreso.
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