El Loco de la salina

La cuesta cuesta

Se dice también que la vida está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, un pequeño chalet…

Y el que diga lo contrario miente como un bellaco o se está haciendo el tonto. Estamos hoy a 25 de enero Fun, fun, fun (perdón, es 25 de diciembre Fun, fun, fun…), y es que todavía en el manicomio arrastramos la resaca de la Navidad y el calendario se ha quedado quieto y parado. A lo tonto, a lo tonto, queda todavía casi una interminable semana para acabar con la pesadilla de este mes. Por eso, si estamos subiendo una escalera tan empinada como esta, no debemos ni hablar, ni respirar. Por eso yo me limito a escribir. Todo el esfuerzo debe centrarse en subirla a trancas y barrancas, como se pueda. Pero seguro que a la mayoría del personal le cuesta un montón terminar enero sin dejarse la piel en el intento. Por supuesto que a ese afortunado que le ha tocado el euromillón le va a costar muy poquito subirla, más bien va que se mata cuesta abajo, aunque la salud es más importante que el dinero.

 

A mí estos días me ha dado por la reflexión o la meditación profunda, ya que no tengo nada en qué pensar, lo cual es el estado ideal para darle vueltas al coco sin arriesgar demasiado. Y meditando me he encontrado con ese sesudo señor llamado Dalai Lama, que, aunque lleva solamente sandalias (con el frío que hace) y un trapo color butano por encima, sabe más de lo que aparenta. Este sabio, cuando contempla desde lejos a los que habitamos la vieja Europa, suelta la lengua y lo clava: “Lo que más me sorprende del hombre occidental es que pierden la salud para ganar dinero, después pierden el dinero para recuperar la salud. Y por pensar ansiosamente en el futuro no disfrutan el presente, por lo que no viven ni el presente ni el futuro. Y viven como si no tuviesen que morir nunca…, y mueren como si nunca hubieran vivido.” Lleva más razón que un santo, aunque también es verdad que el dinero no da la felicidad, pero hay que reconocer que ayuda muchísimo. Se dice también que la vida está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, un pequeño chalet…

 

Por otra parte, es verdad que le hemos cargado al mes de enero toda la responsabilidad de nuestros males, cuando sabemos que tan malo es enero como febrero a pesar de sus pocos días. Y uno, que no para de recibir varios disgustos cada día con deprimentes noticias que hablan de que nuestra economía va de culo, ha recibido un pequeño respiro de momento. Porque ahora parece que el Banco Europeo (fea la terminación de esta palabra, pero bastante ilustrativa de lo que nos van a dar) va a inyectar un billón de euros al sistema. Y digo yo: ¿cómo se inyecta eso? ¿Quién pone precisamente el culo para semejante inyección?

 

Todos esperamos que España ponga solamente la mano y no nos obliguen a poner el trasero como casi siempre. Sin embargo los alemanes son muy reacios a este tipo de inyecciones, porque están hartitos de ver que en nuestro país el que no roba es porque lo está dejando para otro día. Viendo ese panorama, a los germanos, que son muy fatiguitas para el trabajo, les cuesta un calvario autorizar que se suelte prenda, entre otras cosas, porque allí el que roba va directo al trullo y no sale a los cuatro días por mucha fianza que pague.      

 

A la vista de esta alegre noticia, que anuncia una inmensa lluvia de millones, da toda la impresión de que la gente no va a saber qué hacer con tantísimo dinero o de que Rajoy va a pasar con un camello por todos los pueblos tirando billetes y caramelos. Pero los locos pensamos que va a ser que no. Que la cosa va a seguir estando cortita y que a las manos del currito de a pie que sube la cuesta de enero de mala manera no le va a llegar ni la calderilla. Ojalá me equivoque, pero tiempo al tiempo. Ahora calla y sube.

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