El Loco de la salina

Se acabó el trece

La vida pasa. Y hoy los años no transcurren con la lentitud con que lo hacían en épocas pasadas.

Y ahora toca el catorce, que es un número de quiniela completa con más fortuna que el supersticioso trece. Va a ser el año, no ya de los brotes verdes, sino de los tallos hermosos, el año del final del túnel, la frontera entre la miseria y la prosperidad. Fantástico. Ahora pega aquí una música paradisíaca que sirva de fondo a una época tan feliz como nos espera. El problema de esta película tan bonita es que, cuando la escucha un parado, le dan ganas de meter el calendario y la cabeza de más de uno en el mismo wc. Y digo yo si no era mejor que los políticos se callaran a la vista de la experiencia acumulada de tantas promesas y tantas visiones febriles del futuro.

La vida pasa. Y hoy los años no transcurren con la lentitud con que lo hacían en épocas pasadas. Hoy se nos van de las manos con la misma rapidez que la arena de la playa. Por eso más vale no hacer predicciones del mañana, porque ya está comprobado que todo el que las hace se cubre de gloria. El trece ha tenido también cosas positivas que no todo el mundo comprende. Podemos decir resumiendo que lo más positivo que ha tenido el año que se nos va es precisamente que ya se va a ir. Aunque siempre se ha dicho que otros vendrán que bueno te harán. Porque el catorce trae debajo del brazo el toro de Cataluña. Unos cuantos van a consultar si los demás quieren la independencia. Está muy bien lo de las consultas, pero por eso mismo también debería consultarse si la gente quiere que se haga una consulta. Y yendo más lejos debería consultarse si la gente desea que se consulte el hecho mismo de hacer una consulta para consultar si se consulta. Es de lógica torera. Ya veremos si los muchachos están dispuestos a hacer esas cuantas consultas antes de llegar a la última.

Quiero aprovechar estas líneas no solamente para despedir este añito que para nosotros se queda, sino también para pedir disculpas si a alguien molesté a través de estas colaboraciones. No era mi intención. Mi intención era haberle dado a más de uno un silletazo en la cabeza. Ya sé que me iban a faltar sillas, porque entre ladrones, rateros, pícaros, impresentables, golfos, macarras y demás gentuza como habita estas tierras nos están haciendo la vida imposible. Se está demostrando que España es un país muy rico; que es como una hermosa olla que podría estar llena de agua, pero se le están haciendo tantos boquetes que el agua se nos va por los orificios. Deben comprender que uno está majareta y que, cuando observa que otros tienen muy poca vergüenza, se le va la lengua con mucha facilidad. Pero ya no lo voy a hacer más.

A partir del año que viene, es decir, a partir del miércoles, cambiaré el estilo. Aquí todo el mundo va a ser bueno. ¿Qué necesidad tengo yo de enemistarme con la gente? Y voy a empezar buscando una poesía bonita para felicitar las navidades del catorce como Dios manda. ¿Han observado ustedes la cantidad de poesías que se dedican unos cuerdos a otros con motivo de la Navidad y el Año nuevo? Para mí que es una trabajera tanto rebuscar versos empalagosos por aquí y por allá para ponerlos en un papel lleno de colores. Más vale que los deseos que uno guarda en su interior se vayan cumpliendo a lo largo de los meses. Quiero cambiar, pero me resisto a tanta cursilería.

Para este próximo año pido solamente tres deseos: el primero es trabajo para todo el que quiera trabajar. El segundo es que entre todos los españoles tengamos un poquito más de vergüenza. Y el tercero es que por lo menos estemos a la mitad del túnel.

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