Sales

Estamos de rebajas y tenemos que salir a la calle. A comprar. Sí o sí.

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¿O te quedas en casa? Nah. Era broma. “Sales” se utiliza para denominar el periodo de rebajas en inglés. Je,je. Esta semana tenía serias dudas sobre hablar de las rebajas o de las rastas y los piojos.

Pero podrán ustedes comprender que no podía dejar escapar el tirón y el potencial del chiste.

Además he de decir que he aprendido mucho en el centro comercial estos días. Observen. Sales, reduceri, rebaixes, zl´ava, saldos, sleva, indirim, snizenje, saldi, hamajiehne, ispardavimas, beherapenak, deskontuak. Con los ojos cerrados, sin miedo a equivocarme en todas estas traducciones, oigan. Y puede que me arrepienta de decir estas palabras pero ya me conocen, siempre intento ser un hombre límpido y transparente: Tuve que pararme en medio de la calle, sacar el móvil y hacer una foto al escaparate donde aparecían todas estas traducciones de la misma palabra para después transcribirlas aquí y que nadie pueda echarme errata en cara.

He de reconocer que quedé realmente impactado frente a la marabunta de bípedos que se abrían paso entre empujones para llegar antes al jersey de rombos o la falda de flecos. Vale, que no son las primeras rebajas que veo en la vida, pero quizás si sean las primeras que observo desde otra perspectiva (la de la edad, que uno se va haciendo viejo) y por más que le dé vueltas a la cabeza, me cuesta comprender esta estrategia de marketing publicitario que han tomado ahora por moda la mayoría de los comercios. Sí. La de poner la palabra “rebajas” en todos los idiomas habidos y por haber.

Supongo que el mercado tiene que asegurarse de que si un australiano viene a San Fernando y necesita unos calcetines para su canguro, tiene que saber que estamos de rebajas. Que debe de entrar a comprar. Que tiene que aprovechar, que está todo que lo regalan. Que consuma y se rasque los bolsillos. Me imagino que estos publicistas tienen que hacer todo lo posible por aumentar el ratio de ventas y que no pase ni un solo ser humano por el escaparate de la tienda sin que se pare a mirar. Comprar y gastar.

Y lo ideal es que todo esto lo haga el cliente subconscientemente, sin pensar demasiado. Que se una a la epidemia de zombis consumidores que dominan ahora las calles, vagando y dándole calor a las tarjetas de crédito sin saber del todo por qué lo está haciendo. Luces, carteles, letras grandes y muchos colores. Que la publicidad bombardee nuestros sentidos para aturdirlos y mermarlos. Reducirlos hasta ceniza para que no sean capaces de barajar la posibilidad de que todo lo que nos quieren mostrar son pegatinas vacías, descuentos falsos y artículos que en ningún momento han variado de precio.

Pero da igual.

Estamos de rebajas y tenemos que salir a la calle. A comprar. Sí o sí. Si no lo hacemos ahora, ¿cuándo lo vamos a hacer? Total, de unos años para acá, también se ha puesto de moda esto de tener hasta  marzo para poder quejarse de la cuesta de enero.

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