El Jueves

Lo que llega

Estaban todos juntos para anunciar y de camino firmar ante las cámaras de la tele ante un sobrio escenario, la subida del salario mínimo...

El pasado martes, aún con la resaca estomacal de las comidas que proliferan en estas fechas, las algarabías familiares que perturban la merecida paz y el atracón de dulces y caldos generosos, se nos colaba en casa -a la hora de comer, precisamente- el presidente del Gobierno acompañado por la Ministra de Trabajo y por los llamados agentes sociales, léanse empresarios y sindicalistas o patronal y obreros como más gusten. Estaban todos juntos para anunciar y de camino firmar ante las cámaras de la tele ante un sobrio escenario, la subida del salario mínimo interprofesional pactado por todas las partes. Ea, pues ya tenemos el regalo de las Pascuas, que se me viene a antojar como un aguinaldo que los que mandan han decidido ofrecernos en estos días. A pesar de todo, bienvenido sea. 

Sin entrar en la letra pequeña de esta subida salarial, una letra pequeña en la que se especifican las condiciones por las que se mantendrá este acuerdo en los próximos tres años y de las que destaco la necesidad de que el índice de crecimiento económico del país alcance un porcentaje específico (el 2,5%) para que se siga llevando adelante esta subida salarial prorrateada y que el número de creación de puestos de trabajo supere una cifra también específica (450.000 empleos), pues eso, sin entrar en esa letra pequeña condicional que puede llegar a ser difícil de cumplir, el salario mínimo interprofesional sube un 4% el próximo año 2018, ese que está ahí a la vuelta. 

Inmediatamente después de esa noticia que se nos sirve en el primer plato, llega la segunda información del informativo televisivo que arroja la cadena que me acompaña en mi almuerzo. Resulta que la luz y el gas subirán para el próximo año más del 4%. Listo. Se acabó la felicidad para aquellos que están sujetos a ese salario mínimo que acaban de subir. La conclusión que saco de todo esto es que el bienestar y los espacios de confort siguen siendo para los mismos: aquellos a los que les importa poco este tipo de noticias, al fin y al cabo los dueños del dinero. 

Resulta lamentable que esta última columna del año vaya por estos derroteros, cuando lo que de verdad yo quería era desearles un venturoso y próspero año 2018, lleno de paz y prosperidad. No por ello reniego a este mensaje, pero pienso ahora en los que van a tener que seguir haciendo malabares no para vivir, sino para sobrevivir al fin de mes durante los doce meses que nos quedan por delante.
 
A pesar de esto, sean felices en la medida de lo posible en este 2018 que se nos acerca. Y como decía mi madre, gasten poco. Es lo que nos queda.

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