El Jueves

Soy escolapio

Se dice en ocasiones que con el paso de los años vuelven los recuerdos de la infancia...

Se dice en ocasiones que con el paso de los años vuelven los recuerdos de la infancia. No es nada malo, ni responde a ninguna dolencia física o psíquica. Es simplemente una revisión natural del “disco duro”, que nos lleva a disfrutar del tiempo vivido en la infancia y la juventud.

Mis recuerdos pasan por un colegio en pleno centro de Sevilla. A pesar de sólo haber estado en él dos años (los correspondientes a 1º y 2º de la antigua EGB) créanme si les digo que esos recuerdos se mantienen vivos e intactos, sobre todo los de aquel primer día en el que ataviado con el “babi” preceptivo de rayas, traspasé por primera vez las puertas del colegio para, en fila desde el patio de cemento, llegar hasta la que fue mi primer aula, en la galería que daba al patio de las flores. La “señorita” era María Luisa. Al año siguiente, a sólo unos metros, cursé el que sería mi segundo año y último en aquellas instalaciones, bajo los preceptos de don Luis Palacín, un hombre menudo y que nos enseñó a tener una caligrafía más que excelente.

Mis padres apostaron por una educación religiosa, así que los autocares de Rupe Car me llevaron durante los siguientes años hasta Montequinto, a unas instalaciones nuevas y modernas. Y así, cada día partiendo desde la plaza Ponce de León, pasaron todos los años en los que me formé y coseche a buenos y apreciados amigos, con muchos de los cuales aún sigo manteniendo un estrecho contacto. Allí también recibí la Primera Comunión, precisamente la primera que se celebraba en la moderna capilla de aquel nuevo colegio. El P. Emilio Guitián, hoy día secularizado, nos preparó e impartió el Sacramento. Corría mayo de 1975.

Ahora, en sólo unos días, se celebrará el 400 aniversario de la fundación de las Escuelas Pías (primeras escuelas gratuitas y públicas) con un acto conjunto en el que se va a realzar también el hecho de que los Escolapios llevan ya 130 años de docencia en Sevilla, los últimos 43 en su ubicación actual en Montequinto. Un libro del periodista Juan Manuel Ávila recopila muchas de las historias de lo que aún sigo llamando “el cole”.

No sólo los conocimientos sino la educación se la debo a este colegio. A mi mente vienen nombres de educadores como don José Garrido, don Luis Portillo, el P. Andrés Gómez, don Diego Seco, don Antonio López o sobre todo, por el estrecho contacto que tuve con él, el de don Pedro Arnaiz. Todos ellos y muchos más forjaron lo poco o mucho que hoy soy. Sin el ejemplo y sus enseñanzas quizás mi vida no hubiera sido la misma. Hoy, igual que siempre, me siento orgulloso de haber sido escolapio.

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