El Jueves

Blanco es blanco

Han pasado veinte años del secuestro y ejecución del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco...

Han pasado veinte años del secuestro y ejecución del concejal de Ermua Miguel Ángel Blanco. Los medios de comunicación se han encargado de recordarlo estos días. Será porque aquello fue -estoy convencido- un asesinato (que no atentado) distinto a los que la banda de malhechores de ETA nos tenían acostumbrados. Sangre fría, premeditación, venganza y otros muchos más adjetivos pueden aplicarse al mismo, sin riesgo a equivocarnos. Cierto es que son muchas las víctimas que la organización criminal vasca ha dejado en el camino, a lo largo de su triste historia. Pero estarán conmigo que éste se revistió con un tinte más sangriento, sanguinario, despiadado y brutal que el resto de todos. La venganza por la liberación del funcionario de prisiones Ortega Lara planeaba sobre las mentes enfermas de los terroristas y a pesar de que los servicios de información de los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado manejaban el dato de la posible acción terrorista de los asesinos de la banda, creo que nadie esperaba una reacción de este tipo.

La figura y el recuerdo de Miguel Ángel Blanco no pertenecen a nadie: ni al noble Pueblo Vasco, que mayoritariamente nos dio una lección de madurez democrática aquellos días, ni mucho menos a ningún color político, por mucho que Blanco fuera concejal del Partido Popular. Su recuerdo es de todos los españoles a los que nos conmovieron aquellas largas (o cortas) cuarenta y ocho horas de plazo que nos impuso A TODOS esa manada de asesinos de la serpiente y el hacha. Por tanto, tras veinte años, ese recuerdo también sigue siendo de todos.
Sí, incluso suyo, aunque no lo quiera, Señora Carmena.

El Ayuntamiento de Madrid que esta mujer (señora) preside rechazó organizar un homenaje a Miguel Ángel Blanco, tal y como le pidieron desde diferentes organismos, aunque al final la señora Carmena ha rectificado -quizás a regañadientes- sabiendo de su error. Se le había pedido que se colgara una pancarta en la fachada de Cibeles, algo que no se ha llegado a hacer, tan sólo se ha desplegado una en el más que sencillo acto de homenaje. Una pancarta que se colgara en la casa de todos los madrileños por el recuerdo no sólo al concejal, sino por la mayor movilización que hemos conocido en España. Una simple pancarta a la que Carmena y su equipo se opusieron… como esa que se colgó el día del Orgullo Gay, recientemente celebrado. En esa no hubo duda: pancarta sí o sí. Y hasta ahí podíamos llegar.
A eso se le llama tener diferentes varas de medir. 

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