El Jueves

Spain is different

Hagamos un ejercicio de imaginación. Un supuesto. Una conjetura a riesgo de equivocarnos, cosa que por cierto es de sabios...

Hagamos un ejercicio de imaginación. Un supuesto. Una conjetura a riesgo de equivocarnos, cosa que por cierto es de sabios. Ahí va la pregunta: ¿qué hubiera pasado si el atentado ocurrido en Londres hubiera sido en España? ¿Qué hubiera sucedido si es un británico el que hubiera estado sin señales de su paradero durante varios días? ¿Qué estarían diciendo de nosotros los muy flemáticos ingleses por no haber facilitado la identidad de un posible fallecido transcurridas las primeras veinticuatro horas de su posible fallecimiento?

¿Qué declaraciones estaría haciendo el Ministro de Exteriores (o como se llame) de su graciosa majestad si el rol de ambos países hubiera sido distinto? ¿Hasta qué punto tendríamos que aguantar al embajador inglés en nuestro país, colándose en todos los informativos de nuestras cadenas? ¿Y al mediático primer ministro de Gibraltar que aprovecha cualquier ocasión para decir algo? Y lo más importante, la pregunta que me gustaría que todos ustedes se contestaran: ¿cuáles hubieran sido los titulares de esos tabloides sensacionalistas británicos si fuera el país inglés el que hubiera estado sufriendo el desasosiego que hemos tenido todos los españoles, inquietos como hemos estado por conocer el paradero de nuestro paisano Ignacio Echevarría?

A esta última cuestión me atrevo a contestar, a riesgo de equivocarme, cosa que me puede llegar hasta a dar igual: seguro que estarían diciendo de nosotros que el sombrero de ala ancha no nos deja ver la realidad; que el sol nos ha quemado las pocas neuronas que tiene nuestra policía; o que todo esto nos ha pillado a la hora de la siesta.

No se rían, esto es así. Porque mucho me temo que las palabras que ha tenido nuestro Ministro de Exteriores con su homónimo inglés han sido “más que palabras”. Que en el momento de escribir estas líneas aún me hierve la sangre con el calvario que ha pasado la familia de Echevarría y el vilo en el que nos han tenido.

Mientras que otros huyen, los españoles (esos de la juerga y la jarana, los flojos y vagos que duermen la siesta, los de carnavales, ferias, romerías y procesiones) tenemos la frialdad y el valor (inmenso valor) de enfrentarnos a asesinos que, en el nombre de Alá o de quien sea, empuñan un cuchillo. A riesgo de que pasen estas cosas.

No, doña Teresa, primera dama de Gibraltar. No nos ha gustado esta situación caótica de su policía, pero creo que ni incluso a ellos. Deje de conducir esta crisis que tiene sobre la mesa por el lado contrario de la calzada, que en Europa (en toda Europa) es distinto el sentido de las cosas.

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