El Jueves

A vueltas con la madrugada

Era lo esperado: a pesar de que ya han pasado unas semanas desde que se produjeran los hechos, las carreritas de la madrugada siguen algunos días llenando...

Era lo esperado: a pesar de que ya han pasado unas semanas desde que se produjeran los hechos, las carreritas de la madrugada siguen algunos días  llenando las páginas de los periódicos con testimonios y acciones/reacciones a lo sucedido la noche del pasado 14 de abril. Desde un primer momento la opinión pública se ha posicionado en querer conocer la verdad de los hechos acaecidos, su origen y los supuestos provocadores de las mismas (si es que los hay), así como la posible pena o condena que la justicia pudiera llegar a aplicarles. Pero esto no está siendo así, al menos de momento.

Existe un sentimiento de “querer saber la verdad”, quizás nacido de la débil explicación o carpetazo que se nos dio a todos cuando hace ahora diecisiete años, la misma noche del 2000, la ciudad se vio envuelta en unos incidentes similares. Y digo similares porque lo sucedido en este año ha sido mucho más importante (por llamarlo de alguna forma) que lo acontecido entonces. Aquella explicación de que “un hombre con un cuchillo en la calle Javier Lasso de la Vega provocó un efecto de pánico colectivo que se extendió a otros lugares de la ciudad” no convenció a nadie. Las diferentes versiones (secretos a voces) que circularon por la ciudad denotaban que nadie, o al menos casi nadie, quedó satisfecho con la explicación que entonces ofreció el fiscal jefe Alfredo Flores.

Ahora existe ese sentimiento de saber de verdad qué ha pasado. Para ello, un grupo de abogados, al que también se ha sumado el Colegio de Aparejadores de Sevilla, pretenden llegar a unas conclusiones más acordes con la realidad. Todos ellos han sido actores pasivos de los incidentes, al estar en la calle esa noche, bien participando de algún cortejo penitencial, bien como meros espectadores de la fiesta. Representan a la sociedad civil, aquella que de alguna forma reclama una explicación por haber sido víctima de una acción o acciones que bien podrían clasificarse como “actos de terrorismo”, porque de hecho lo que sembraron fue el terror. Algo más que una gamberrada.

Comienzan a aparecer testimonios que crean goteras en esta versión oficial que parece que intentan “colarnos”: la famosa pelea en un bar de la calle Arfe. Nadie se traga que ese hecho, que ahora parece aislado según los testimonios, sea el causante de toda una cadena de desmanes en puntos tan distantes de la ciudad.

Después de diecisiete años hemos madurado y crecido. Tenemos derecho a reclamar lo que nos pertenece, algo tan sencillo como la verdad.

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