Desde hace tiempo se está apartando la figura de Cristo y los símbolos religiosos de muchos lugares públicos, tengan o no tengan éstos la naturaleza de privado. El debate de los crucifijos en las aulas es como el Guadiana: aparece y desaparece en el tiempo. Estos días pasados, sin ir más lejos, la Junta de Andalucía ha prohibido una procesión de niños en un colegio, en esos momentos finales de la Cuaresma en los que los chiquillos montan los pasitos como una actividad más en su ciclo escolar. Y yo me pregunto que a quién le hace daño esto. Con toda probabilidad a un funcionario ocioso, un profesor amargado de la vida o un grupo de padres de esos modernos a los que la religión y las cosas de Dios son aspectos trasnochados de la vida.
Frente a todo esto hay posturas aún valientes que, sin ofender a nadie, reivindican calladamente la fe y creencias de sus propietarios. Hay un negocio en Sevilla, la Bodega de San Lorenzo, que un año más no ha dudado en hacer un cartel de Semana Santa. Y sin esconderse tras ningún nombre de tertulia o similar: el cartel en sí es el Cartel de la Bodega. Sin más.
La imagen, aunque quizás lo hayan visto en la puerta de algunas iglesias, es una excelente fotografía de Domingo Pozo, en la que el Cristo de Burgos que hoy sale a la calle se nos presenta en la noche del Miércoles Santo recortado en un cielo encapotado por unas amenazantes nubes anaranjadas.
Pero lo realmente curioso y atractivo de la fotografía es que está tomada desde la trasera del paso. Sí, el Cristo de Burgos nos enseña su maltrecha espalda.
Al contemplar el cartel por unos momentos te crees estar detrás del paso. Sí, siguiéndole. Es la grandeza de esta fotografía, que nos mete de lleno en la misma como seguidores de la cruz que se recorta en el cielo.
Ahora, vuelvo al principio, que tanto se teme por señalarse en público y que tu negocio se vea afectado por una determinada creencia religiosa, a la Bodega de San Lorenzo, con más de 150 años a sus espaldas, no le pesa en absoluto sacar una imagen gráfica a las calles para conmemorar los días que estamos viviendo.
Con la Cruz, la Cruz de Cristo, esa a la que tantas y tantos aún seguimos hoy.
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