El Jueves

Cautivo

Sí, porque todos los que estaban con Él han corrido para bajarse del paso: Pedro, Juan, Santiago…

Pocos metros les separan a los dos. La distancia que ocupan los nazarenos del palio de la Virgen del Rocío y los que le acompañan a Él desde el Tiro de Línea. Esa distancia llena de capirotes verdes y tras el palio de la calle Santiago, de otros negros con muchos metros ya andados, es la distancia de la soledad de Cristo.

Lo traicionan con un beso hoy, a primera hora de la tarde en el centro de la ciudad para, a poco que nos demos cuenta, se quede solo entre los árboles del Getsemaní sevillano que llamamos Parque de María Luisa. Solo y Cautivo, en el recuerdo de unos versos del Domingo de Pasión.

Sí, porque todos los que estaban con Él han corrido para bajarse del paso: Pedro, Juan, Santiago…

Nadie le acompaña. Ni tan siquiera la turba de escribas y fariseos, ni los soldados romanos, ni el propio Judas que selló sus labios con el beso de mayor traición de la historia. Solo, cautivo de manos atadas.

Hoy vuelvo a su encuentro, a verle en esta ocasión cómo abandona la marchita luz de una Iglesia para enfrentarse al sol de justicia de su barrio. Hoy vuelvo a donde tanto me gusta ir, que la gentileza de la gente de bien del Tiro de Línea parece que no tiene límites conmigo. Cuánto les debo. Qué deuda tan enorme sigo manteniendo con ellos, que no dudaron en rezar hace ahora cinco años por el alma de mi padre. Porque sí, porque creyeron que así debían hacerlo. Sin más. En esos gestos y detalles que se quedan contigo para siempre.

Descuento las horas en este amanecer de Lunes Santo. Descuento los metros que me separan de su Iglesia. Descuento ya los minutos que faltan para darle un abrazo enorme a Javier Bonilla. Y a Manolo Durán. Descuento los instantes y dibujo en mi imaginación lo que aún no conozco, pero que creo que será mi imagen de esta Semana Santa: cuando el sol bañe el cuerpo firme de ese Hombre que va solo a enfrentarse con su final.

Y descuento también los instantes para ver a su Madre salir, a ver si están todos sus hijos esperándola en la puerta de la iglesia. Sí, la Madre de la Mercedes, que para no separarme más de ellos lleva el nombre de mi madre.

Me voy corriendo. Ellos me esperan. En el Tiro de Línea. 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN