Será un club privado compuesto por socios que pagan sus cuotas con derecho a disfrute de las instalaciones. Será una entidad con unos estatutos sujetos a su cumplimiento. Será una institución a la que dirige una directiva elegida sólo por quienes tienen derecho a eso. Sí, todo eso es así, pero lo que también hay que tener en cuenta es que el Círculo Mercantil e Industrial de Sevilla es una entidad que forma parte de la vida de esta ciudad. Un entidad que no hay que ser muy listo para saber que en los últimos años, con su acertada política de apertura, ha calado en muchos segmentos de la sociedad, situándose en la vanguardia de la cultura, el arte, las tradiciones… Que, en suma, ha venido a llenar un vacío existente que nuestros gobernantes locales no han sabido (podido o querido) atender como debían.
No crean que me refiero sólo al aspecto cofradiero por aquello del ciclo “Círculo de Pasión” que nos ha mostrado tan de cerca muchos elementos de nuestras hermandades y cofradías que sólo estábamos acostumbrados a ver desde lejos. No, hay más. Mucho más.
Hay promoción deportiva entre niños y jóvenes, educándoles a través de las diferentes disciplinas en el respeto, el esfuerzo y la competitividad. Hay cine, literatura, música, talleres, visitas culturales, ciclos de conferencias sobre mil temas distintos… ¿Alguien da más? Y sobre todo: que no solo la mayoría de estas actividades son abiertas al público en general, sino la versatibilidad de acoger propuestas de todo tipo.
El Mercantil, como todo el mundo sabe, mantiene una sede social en pleno corazón de Sevilla: la calle Sierpes. Es un orgullo para todos los sevillanos saber que aquellas puertas, en tan insigne lugar, siempre están abiertas para ofrecernos algo nuevo que conocer. Su sede ha soportado bien el paso del tiempo, sin necesidad de huir más allá de las antiguas murallas por absurdos planes urbanísticos o especulativos. Sería un craso error que esta Institución abandonara un lugar así, santo y seña de la mejor ciudad que aún nos queda.
Creo que uno de los éxitos de la supervivencia de este club en tan dignísimas condiciones ha sido mantenerse alejado de la política. El Mercantil debe seguir estando dirigido y gobernado por aquellos que saben y quieren hacerlo, abriendo sus puertas a todos menos a aquellos que quieran aprovecharse de la Institución en beneficio de un color o unas siglas concretas. En el momento que eso sucediera, todo perdería la verdad y esencia que guarda.
Y su popularidad, la que no debe confundirse con los cantos de sirena que reclaman populismo.
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